«Me siento bien caminando por la cuerda floja».
El músico y escritor santeño hace la salvedad de que su libro de cuento ‘No estar loco es la muerte’ no fue escrito para complacer a nadie. A pesar de que fue escrito desgarradamente —porque es la única manera como el autor puede escribir— el libro venció su primer desafío.
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Javier Medina Bernal: Panamá, Los Santos, 1978. Cantautor y escritor.
Premio Ricardo Miró 2011 y 2013, en poesía y cuento respectivamente.
Finalista en el Premio Centroamericano Rogelio Sinán 2007-2008, género cuento.
Discografía: Universo-Capítulo Uno. Lanzado en enero de 2013.
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Egbert Lewis (
egbert.lewis@epasa.com)
Suplemento cultural
Día D.
Javier Medina Bernal supo que había ganado su segundo Miró mediante un chat. Un poco incrédulo al principio, se aproximó poco tiempo después a la sala donde el jurado del concurso en la categoría de cuento se había decidido por su libro
No estar loco es la muerte, a pesar de ser una obra que no es “políticamente correcta”, según su autor.
Medina Bernal (Los Santos, Panamá-1978), que esa noche tenía un
look más acorde con su rol de guitarrista y cantante que con el de escritor, saboreaba por segunda vez en un periodo de tres años, el reconocimiento de la crítica. Primero fue por
Hemos caminado siglos esta madrugada que ganó en la sección poesía de 2011 y ahora con su libro de cuentos
No estar loco es la muerte. Se trata de una suerte de constante en la vida de este santeño de 35 años en cuyo cuerpo sobreviven un poeta y un músico sin hacerse daño.
El autor, que maneja la metáfora con algún grado de maestría, dice sentirse cómodo merodeando la frontera entre el cuento y la poesía y, aunque pareciera andar en la cuerda floja, su estirpe lo mantiene en balance.
Los textos que aparecen en
No estar loco es la muerte son retadores, ya que lo desafían todo, incluso al lector que debe estar preparado para, a veces, tropezarse con un lenguaje crudo y personajes cuyas acciones y voces pueden ser espejos o cajas de resonancia para quien se atreva a enfrentarlos.
Día D:
No estar loco es la muerte. Suena ingenioso, pero ¿cuánto de verdad hay en esta frase que sirve de título a su libro de cuentos?
Javier Medina Bernal: El título del libro me lo inspiró una frase de Charles Bukowski: «Hay personas que nunca enloquecen. Deben de llevar vidas verdaderamente horribles». En las sociedades de hoy en día, tan dadas a la obediencia y al miedo, cualquier postura o gesto que se salga un poco de lo común es tildado de “locura” de inmediato. La cordura, por lo contrario, tan bien vista y recomendada, muchas veces significa doblegarse ante las reglas impuestas por la sociedad, ser predecible, conformarse, no indagar en los misterios de la vida; trabajar de 7 a. m. a 5 p. m., casarse, conseguir un préstamo hipotecario, hacer dinero, no arriesgarse, quedarse en la orilla, ser engranaje del sistema, hacer lo que todo el mundo hace, no salirse de la norma. Eso para mí es morirse en vida. La cordura no es más que una de las máscaras del miedo. Todo el mundo quiere ser normal, pero a la vez único. Pero si se quiere ser único no se le puede temer a la soledad, porque ser único muchas veces significa quedarse solo. Hay un personaje de la historia del cual se han escrito cientos de libros y que hoy muchos de nosotros admiramos, pero que de haber vivido en su tiempo hubiéramos señalado como un loco. Su nombre es Sócrates.
Día D: ¿Qué hace que este libro sea diferente y auténtico?
Javier Medina Bernal: Yo no sé si es diferente o auténtico. Lo que sí sé es que es honesto. Lo escribí desgarradamente, que es la única manera en que puedo escribir. Si bien es cierto que el libro rompe ciertos cánones literarios, habrá que esperar a ver qué opinan los lectores. Ellos determinarán los epítetos que merece la obra.
Día D: Entiendo que algunos textos de este libro no cumplen con las convenciones del relato, ¿hay algo de intencionalidad en ello y por qué?
Javier Medina Bernal: Toda la intencionalidad del mundo. Yo vengo de la poesía. Y antes que de la poesía, vengo de la metáfora. Para mi lo importante es el lenguaje, no las convenciones de uno u otro género, como tampoco lo fueron para Francisco Umbral, Cortázar, Juan José Arreola, Samuel Beckett, entre muchos otros, y que han sido una gran influencia para mí. Por supuesto que concuerdo que para romper las reglas hay que conocerlas. No me las sé todas, pero con las que conozco me basta para querer romperlas cada vez que puedo. Yo no estoy haciendo nada nuevo. El agua tibia ya se descubrió. En lo que ando es en una búsqueda muy personal. Yo no escribí este libro para ganarme un premio. Lo tenía listo y lo mandé al concurso como estaba. Si ganaba, bien; si no, pues no.
Día D: El jurado del Miró consideró que tu libro de cuentos era el mejor de todos, aunque un representante del mismo hizo observaciones muy directas sobre el poco cuidado que hubo en muchos de los trabajos. ¿Te sentiste aludido?
Javier Medina Bernal: La verdad, no. Debe ser el caso de las obras que no fueron destacadas por el jurado —aparte de la mía hubo otras dos obras que fueron distinguidas por el jurado. Sin embargo, todo libro se puede seguir mejorando y corrigiendo hasta la eternidad. Y el mío no es la excepción. James Joyce seguía encontrando nuevas fórmulas, incluso después de que sus libros ya habían sido publicados (
Dublineses, por ejemplo). Con la jurado chilena Beatriz García Huidobro tuve conversaciones muy profundas al respecto. Yo la escuché con atención porque expuso argumentos válidos y contundentes. Me dio algunas recomendaciones literarias con respecto a estilo y giros lingüísticos, me felicitó por mi trabajo y me exhortó a seguir aprendiendo más del oficio. Afortudamenrte, tengo muchas ganas de seguir aprendiendo.
Día D:¿Te sorprendió que tu libro fuera premiado? ¿Por qué?
Javier Medina Bernal: Me soprendió. El libro rompe patrones preestablecidos. Hay textos breves que más bien son manifestaciones poéticas, experimentaciones del lenguaje, pura estética. Inserté varios de esos textos en medio de otros más extensos que cumplían un poco más con las preceptos universales del cuento. También me sorprende porque el libro no es políticamente correcto y no es condescendiente con nadie ni con nada. Hay mucha oscuridad y lenguaje crudo en el libro.
Día D: Es la segunda vez en tres años que te ganas el Miró. A parte de la categoría, ¿qué diferencia (s) hay entre uno y otro?
Javier Medina Bernal: Cuando gané en el 2011 pude compartirlo con mi madre porque aún vivía. Ella murió el año pasado, en octubre. Esa es la diferencia primordial. Espero que de alguna manera metafísica ella haya podido participar de esta nueva satisfacción y de todo lo que me toque vivir de ahora en adelante.
Día D: ¿Te sientes más cómodo en la poesía o en el cuento?
Javier Medina Bernal: Me siento cómodo en ambos. Yo siempre ando en las fronteras de uno y otro. Me siento bien caminando por la cuerda floja, digamos.
Día D: En buena parte de los cuentos que están en 'No estar loco es la muerte' la presencia femenina como protagonista es constante, a veces omnipresente, ¿alguna razón especial para ello?
Javier Medina Bernal: El amor erótico no es más que la búsqueda que hacemos de nosotros mismos “en” el otro y “a través” del otro. Es la búsqueda de aquello que nos falta. Y yo me he buscado, hasta la saciedad, en las mujeres. Y he fracasado, me he perdido completamente. Y todo aquello, como comprenderás es muy literario. Los amoros victoriosos no son literarios. Solo los amores frustrados lo son. Eso lo sabían desde Shakespeare hasta el borrachito de la cantina. ¿De qué hablan la mayoría de las canciones que han perdurado y quedado en la memoria colectiva de los pueblos? Pues de amores rotos, de nada más.
Día D: Los personajes principales en muchos casos como en 'La Exhibición', 'Estrellita' hasta en 'La feria y la soledad' luchan constantemente contra sus propios fantasmas. ¿Pudiera decirse que el libro de alguna manera trata sobre los fantasmas que a todos nos atolondran en algún momento? ¿O no?
Javier Medina Bernal: Por supuesto. Pero yo los llamaría demonios, más bien. Son ellos los que causan la batalla que se libra muy dentro de nosotros; o por lo menos dentro de los que no nos conformamos con que la vida es como es. Esa lucha es lo que nos hace humanos, lo que nos diferencia de las otras especies; y de allí la literatura, la música, el cine, el arte como formas de expresión o conductos para la catarsis; porque la vida como tal, la realidad “tangible” (entre grandes comillas), no nos alcanza.
Día D: Todos los relatos son parte de un solo libro, ¿existe conexión o algún hilo conductor en los pudiera hacer verse cómo 'un solo gran relato'?
Javier Medina Bernal: Son hilos conductores en el libro: el asesinato pasional, la música popular, la pérdida de la inocencia y el desamor, el descubrimiento de la muerte, la vida en la ciudad en comparación con la vida en el campo. Más concretamente, hay cuatro personajes que aparecen de manera recurrente. Son los poetas Virgilio Sánchez, Jordán, Salomón Batahola (inspirado en el poeta Salvador Medina Barahona) y el misterioso Rolando Ramblas Perri. Estos personajes también son parte de otra novela que tengo aún inédita y su característica primordial es que siempre van a contracorriente. Son proscritos de la sociedad. Muchos de los textos breves que no cumplen con las convenciones del cuento son delirios o poemas que salen de la cabeza de estos personajes.
Día D: Tu carrera como escritor y músico está creciendo al mismo tiempo. ¿Es una relación paralela o combinada?
Javier Medina Bernal: Se complementan. Crecerán al ritmo que tengan que hacerlo y hasta donde la vida dicte. La vida siempre se encarga. Solo hay que seguir trabajando.
Día D: ¿Dónde hay más por descubrir, en la música o en la literatura?
Javier Medina Bernal: En ambas. Y en la vida misma. Antes que la música y la literatura, está la vida. Hay que vivir y luego expandir esa vida por medio del arte y la creación.
Día D: ¿Has pensado en la posibilidad de encontrarte en la encrucijada de tener que inclinarte más por una con respeto a la otra?
Javier Medina Bernal: No.
Día D: ¿Cómo concilias la imagen del escritor con la del músico (guitarrista)? ¿Hay alguna complicación ello?
Javier Medina Bernal: ¿Qué es eso de la imagen del escritor y la del músico? Yo solo sé que ambos oficios tienen en común la creación, la búsqueda y la catársis y en eso me concentro.
Día D: ¿Alguna relación entre la temática de tu música y tus poemas?
Javier Medina Bernal: Toda la relación del mundo: la defensa de las libertades, la rechazo ante las leyes que la historia y la sociedad nos heredan, el desamor. Canciones mías como “Todo estará bien”, “Caer” y “Vale la pena soñar” han nacido de las entrañas de poemas que he escrito anteriormente y a la vez ellas han parido textos literarios.
Día D: ¿Que tan fácil es que convivan en un solo cuerpo un músico y un escritor?
Javier Medina Bernal: Empecé a esbozar poemas a los 15 años. Aprendí a tocar guitarra y a coquetear con canciones a los 16. Llevo casi 20 años en esa dialéctica. Para mí lo inconcebible es que haya escritores que tengan un conocimiento musical precario, y músicos que soslayen la poesía y la creación literaria en general.
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Javier Medina Bernal recibe el premio Ricardo Miró 2013. Foto: Kat Yurchenko. |