Con suficiente dinero se puede comprar cualquier estudio que demuestre lo que quieras. Uno de esos secretos a voces comunes a todos los sectores, y que en la industria de la alimentación se da demasiado a menudo. Casi tanto como otra verdad no reconocida pero con la que se convive a diario: siempre hace falta un malo al que culpar de todos los problemas.
Y durante muchas décadas ese malo ha sido la grasa. Calorías y colesterol han sido dos de las palabras malditas todos estos años a la hora de hablar de dietas equilibradas y, de hecho, todavía a día de hoy persisten, por mucho que la ciencia y los nutricionistas hace tiempo que señalan otros villanos más peligrosos.
Según denuncia en un reciente artículo la revista de la Asociación Americana de Medicina, señalar a la grasa como el principal problema de la dieta no es algo casual, sino una estrategia seguida por la industria azucarera para desviar la atención del azúcar.
No es otra de esas teorías conspiranoicas que tanto abundan en el terreno de la alimentación, sino que -según recoge el citado medio- han salido a la luz documentos internos de la industria en los que se habla del pago de estudios científicos para inclinar la balanza contra la grasa y señalarla como la principal responsable de los problemas cardiacos.
Una idea que ya ponía sobre la mesa el recomendable documental Fed Up y que, más allá del exceso de alarmismo del que siempre suelen pecar estas producciones, denunciaba la estrategia de la industria para ignorar que el azúcar se ha convertido en las últimas décadas en un gran problema para el primer mundo.
La grasa -explican en este documental- se convirtió en el malo de la película, así que el mercado se lleno de productos light en los que había que eliminarla. ¿Cómo conseguir que siguieran teniendo sabor y siendo apetecibles? Efectivamente, a base de grandes dosis de azúcares añadidos.
Pero volviendo a los documentos internos que ahora han salido a la luz, a finales de los 60 la Sugar Research Foundation (Fundación para la Investigación del Azúcar), integrada por las principales empresas del sector, pagó a científicos que estudiaban la relación entre azúcar y problemas cardiacos para que adecuaran sus conclusiones a los intereses de la industria, señalando que la mejor forma de controlar y reducir los problemas cardiovasculares en la población americana era reducir las grasas.
Fotograma de ‘Fed Up’. En la misma línea, el documental ‘That Sugar Thing’ también señala el azúcar como el gran problema alimentario de nuestros días
“No hay evidencia de que el lobby azucarero editara directamente este estudio publicado en 1967 –explican los autores de la reciente investigación-, pero en los documentos aparecidos es evidente su presión por conducir las conclusiones en una dirección determinada”.
Precisamente esos estudios sirvieron como base para muchas de las recomendaciones dietéticas de las décadas posteriores, y que han llegado a nuestros días. Tanto que, cuando algún nutricionista se atreve a decir que es mucho mejor desayunar bacon que zumo industrial y cereales, muchos todavía se asustan.
Desgraciadamente, tampoco las “estrechas” relaciones de la industria alimentaria con la comunidad científica y los gobiernos -quienes a fin de cuentas marcan las pautas nutricionales- son cosa del pasado. ¿Cómo es posible que el azúcar sea el único elemento de la lista de ingredientes de un producto en el que no se indica el porcentaje que representa respecto al consumo diario recomendado? ¿Cómo se explica que la industria de las bebidas y refrescos siga obviando la relación entre el consumo en exceso de azúcares y la obesidad o la diabetes de tipo 2? ¿Dónde están las medidas drásticas de los gobiernos para paliar estos problemas?, se preguntan en Fed Up.
De hecho, una reciente petición en Change.org solicita la ruptura de lazos entre la administración y las compañías que promueven el consumo de este tipo de productos. “¿Te imaginas que una asociación de pirómanos estableciera convenios de colaboración con un congreso de bomberos? Pues algo muy parecido está ocurriendo en el ámbito de nuestra salud y alimentación”, reza el manifiesto que ya cuenta con más de 125.00o firmas.