Si el título te sonó dramático espera a que leas esta perla: aunque parezca increíble, durante trece años nunca pisé mi jardín. Es un jardín grande a la sombra de árboles inmensos y yo solo lo veía desde las ventanas.
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Claro que nunca pisé es una exageración. Sí di algunos pasos por allí, exclusivamente para señalar con el dedo las malas hierbas que estaban invadiendo ese sumamente aburrido rectángulo de grama que llamábamos jardín. No había ninguna razón para salir. Hace dos meses no había nada que mirar. Solo un trabajón inmenso. En verano hay que cortar la grama y dedicar miles de litros de agua a tenerla verde. La actividad menos ecológica del mundo. Y, por supuesto, la batalla perdida contra las malas hierbas desde que en Quebec prohibieron los químicos para controlarlas (con razón). Sacar malas hierbas es un trabajo a tiempo completo, horrible y desagradecido. En otoño hay que rastrillar y recoger docenas de sacos de hojas secas. Cero amor para ese jardín, solo obligación y malgasto de nuestro valioso tiempo libre. Hasta que llegó a nuestras vidas el invernadero.
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Lo instalamos hace un año. Siempre lo había querido, pero solo como objeto ornamental, porque realmente las plantas me importaban muy poquito. Fue amor instantáneo. Fue locura desenfrenada. El sueño botánico de mi hija Valeria hecho realidad. Levantarnos en las mañanas y correr al invernadero a saludar a las orquídeas, cayenas, cariaquitos, cactus, suculentas y nuestra gran colección de hierbas de cocina. Empezamos a leer y ver videos sobre plantas. Todo lo que me daba miedo o flojera por parecerme tan difícil, empezó a asimilarse. No era tan difícil. Valeria quiso un tanque para guardar agua de lluvia y usarla siempre para regar. Por primera vez ella y yo estábamos visitando el jardín a toda hora, pero en realidad solo pasábamos tiempo dentro del invernadero, lo demás seguía ignorado. Entonces Valeria tuvo una idea.
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¿Por qué no usamos todo ese espacio abandonado para hacer un huerto? Un huerto. En mi casa. La casa de una mujer que deja morir las plantas de plástico. Tuve que cultivar esa idea en mi cabeza durante un año y regarla para que floreciera. Mientras tanto, comenzó la transformación personal más loca que he experimentado (toda gracias a Valeria). Limpiamos maleza, pusimos buena tierra y plantamos docenas de bulbos de tulipanes, lirios y varias peonías. Los compré por catálogo. Yo, la plant killer, comprando bulbos por catálogo. Luego los meses pasaron, llegó la nieve y a la siguiente primavera yo estaba más que mentalizada. Estaba superlista para ser jardinera.
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Me fascina plantas bulbos en otoño porque es como pedirle a la naturaleza que te de una sorpresa ocho meses después. No me esperaba estas bellezas.
Harry no puede creer que ahora paso tiempo afuera. Es que me siento como en un cuento.
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Tras seis meses de nieve y hielo tuvimos el mayo más frío y lluvioso de la vida, con varias noches bajo cero. Mayo es el mes de la jardinería en Montreal y lo perdimos, pero Valeria y yo teníamos mi estudio lleno de germinadores con las lámparas de todos los escritorios haciendo brotar plantitas. Vimos millones de videos de jardinería en YouTube, compramos revistas, hicimos este lindo curso online, pedimos semillas por catálogo y sacamos libros de jardinería de la biblioteca. Apenas el clima nos dejó estar afuera, Lau y mi papá construyeron tres grandes cajas de cultivo que llenamos con más de cien sacos de tierra y compost. Plantamos vegetales con una ilusión infinita.
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Estas fotos son de mi iPhone. He tenidos atormentados a mis seguidores de Instagram con mi nuevo jardín. Ya el rectángulo de grama es otra cosa. Se siente como un mundo entero. Le hicimos un senderito de piedras. Las plantas empiezan a crecer.
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Se están abriendo mis delphiniums azules ♥
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Simultáneamente y con muchísima ayuda de mi mamá, quitamos la grama de dos áreas grandes. Remover grama es la tarea más brutal del mundo. Fue salvajemente difícil y la hizo casi toda ella, que tiene 78 años. Eso se llama explotar a los abuelos cuando vienen de vacaciones. Ahí estamos haciendo poco a poco nuestro jardín estilo cottage inglés.
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Es un tipo de jardín que tiene que madurar y establecerse con el tiempo porque su encanto está en la densidad. Se pondrá mucho más bonito en los próximos años (pensamiento positivo), pero en poco más de un mes la transformación es difícil de creer. Está lleno de mariposas, pájaros, abejas y luciérnagas por primera vez en la vida. Los vegetales han aparecido y las flores son un espectáculo. También instalamos una pequeña fuente para atraer fauna y tener ese sonido de agua tan relajante. La ilusión que nos hizo la fuentecita no tiene precio.
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El efecto de la jardinería sobre mi ansiedad y mi estrés es asombroso. Es más eficaz que cualquier pastilla. Y comprar más plantas y menos tonterías me hace sentir que soy una persona mejor y más consciente.
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Aún nos queda medio jardín intacto. Mucho trabajo por delante. La jardinería es una ciencia y requiere paciencia y atención, dos cosas escasas en mí. Hay gente que tiene intuición natural para esto. Y hay gente como yo. Me siento humildemente ignorante, sobre todo en cuanto a lo orgánico. Al principio yo le ponía cloro de piscina a la fuente para mantenerla cristalina, ¿se puede ser más animal? Queremos que nuestro jardín sea lo más ecológico posible. En este año hemos aprendido mucho. Somos tan nuevas que cometimos 934923854 errores. Pero es tan, tan, tan bonito despertar cada mañana y, en vez de lanzarme al trabajo neuróticamente, salir feliz al jardín para pasar media hora regando ¡y admirando cada nueva sorpresita!
Si tienes un rectángulo de césped superaburrido y estás acariciando la idea de crear un precioso jardín desde cero -quizás con un huertito- y eres principiante como yo, te voy a dar mis consejos.
tips de una novata total
- Dedica unos días a pensar en qué tipo de jardín quieres. Aunque sea pequeño, puedes darle un estilo: ¿Formal y estructurado como los franceses? ¿Zen y minimalista? ¿Denso, informal y pastel como un English cottage? ¿O un jardín xerófilo lleno de rocas, cactus y grandes suculentas? Define el estilo que te gusta porque de eso depende la elección de las plantas, la paleta de color y los accesorios ornamentales.
- Haz un dibujo para planificar tu jardín. Valeria y yo pasamos una tarde en eso y fue divino. Debería escanearlo, es coqueto.
- Averigua cuál es tu zona de rusticidad (hardiness zone) para saber qué plantas van a sobrevivir el clima de tu ciudad. Eso es básico. Montreal es zona 5 así que no puedo sembrar un limonero que es zona 10.
- Cuando compres una planta, guarda la etiqueta que trae donde dice el nombre y su información. Busca en Google para leer más sobre ella. En YouTube seguro hay videos sobre esa planta específica. Toma notas. Hazte una playlist. Suscríbete a un canal. Con el tiempo no vas a necesitar recurrir a los apuntes, pero al principio sí.
- Para flores, elige plantas perennes. Este verano todo mi dinero fue para plantas que siembro esta vez y vuelven a germinar cada primavera o se propagan ellas mismas (como las alceas y las dedaleras). Las anuales son preciosas, pero esas solo las pongo en unas macetas para decorar la entrada de mi casa.
- Busca un buen manual de jardinería. Hay tres libros que estoy usando mucho. Dos son manuales para cultivar vegetales y otro es sobre jardinería general. Lo importante es que son específicos para Canadá. Tenemos un clima helado y me frustra leer sobre plantas espectaculares que solo se dan en California o en España. Uno lo compré usado, el otro en la librería y el otro es de la biblioteca pública.
- Si tu ciudad tiene jardín botánico, visítalo. Cuando te guste una planta, tómale una foto y también a su identificador. Así podrás buscarla para ver si la tiene tu vivero local. Tendrás más éxito si cultivas cosas que se dan naturalmente en tu zona.
- El sitio web de tu jardín botánico o de la asociación de jardinería de tu ciudad puede ser tu mejor amigo. Yo lo amo y me quiero casar con él. También dan talleres y tienen newsletter.
- El dueño del vivero puede ser tu segundo mejor amigo. Pregúntale todo sobre la planta que estás comprando. Y si quieres cierta plantita específica, pregúntale si la puede traer para ti. Yo vivo al lado de una gran vivero y exprimo esa situación al máximo.
- Pide ayuda a tus amigos jardineros. No solo te van a dar consejos útiles sino que pueden darte “hijitos” de sus plantas para que los hagas crecer en tu jardín. Win-win.
- Si se puede, que tu jardín tenga agua. Puede ser un estanque con peces y nenúfares o puede ser un simple bol de concreto. La diferencia que hace eso en atraer vida silvestre es impresionante. Nosotras siempre quisimos un estanque con goldfish, pero es bien complicado que no se congele en invierno así que no nos hemos animado.
- No le tengas miedo al huerto. Puedes empezar cultivando algo fácil como tomates cherry en macetas. Es superemocionante.
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Cajas de cultivo – raised beds
Si quieres hacer cajas de cultivo como las nuestras (es FACIL) ve a una tienda de materiales de construcción o aserradero y compra tablas no tratadas (es decir, de madera virgen, sin químicos) de cedro o de otra madera bien resistente a los embates del clima. Dales las medidas para que te las corten. En Canadá las cortan gratis en Rona y Home Depot. Luego las armas en una tarde. Es mil veces más fácil si pones los tornillos con un taladro eléctrico. No llevan madera en el fondo. Lo que pusimos es tela negra aislante de jardinería, pero puedes poner también cartón común (de cajas, por ejemplo). Busca en YouTube videos de how to make raised beds. Las nuestras miden 180 cm de largo, 90 cm de ancho y 31 cm de profundidad. Nosotros no sabemos hacer nada y las hicimos en un pestañeo. No vale la pena contratar gente o comprar kits prefabricados ($$$). Para llenar nuestras tres cajas usamos unas cien bolsas de tierra orgánica y compost. Mi marido tiene más músculos ahora.
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Nuestras plantas
En el huerto tenemos papas, calabacines, tomates, pimentones, remolachas, berenjenas, coles rizadas, zanahorias, moras, chiles, albahaca, perejil, cilantro, romero, mental, fresas, tomillo, orégano y salvia. Con casi todo nos ha ido bien. Fracasamos con los rábanos y el calabacín.
En el jardín tenemos lavandas, dedaleras, clemátides, hiedras, hortensias, verónicas, delphiniums, salvias, salvias rusas, alceas, hortensias, lirios, clavelinas, achilleas, cosmos*, zinnias*, geranios*, lupinos, tulipanes, peonías, lilas y hostas. Valeria tiene, además, un bosquecito de girasoles gigantes. Próximo año: rosas trepadoras.
(*Estas plantas son anuales, es decir, que sus raíces no sobreviven al invierno canadiense).
Todavía tenemos mucho por aprender. Siento que estoy de nuevo en la universidad. Esto es bueno para mí, bueno para Valeria que ya prácticamente vive en el jardín, bueno para los gatos que no pueden creer que ahora salimos. Bueno para toda la familia, porque este ha sido un proyecto familiar de tres generaciones y ese tiempo juntos vale oro.
¿Algún lector jardinero?
¿Algún blog o cuenta de Instagram que me quieran recomendar?
La entrada El jardín que nos cambió la vida aparece primero en Jackie Rueda.