Que teñen en común Arsenio Fernández de Mesa, Corina Porro e Pilar Rojo, ademais do obvio? Que son coñecidos nos seus entornos máis achegados como Cuco, Perli e Pinini, uns hipocorísticos que á...

Mucho antes de la llegada de la televisión inmersiva (esa que te sumerge en los contenidos a través de gafas de realidad virtual), TVE ya contó con un programa inmersivo por los cuatro costados. Al menos para los participantes en el juego, que vivían una aventura en un mundo creado por ordenador.

Se trataba del concurso El rescate del talismán. Un adaptación del formato britático Knightmare, que incorporaba para la televisión tradicional el lenguaje del videojuego. De hecho, la versión española, que emitió TVE entre 1991 y 1994, estaba patrocinada inicialmente por SEGA.

La dinámica del espacio consistía en encontrar un talismán robado por un maquiavélico personaje, El señor de la mandad, y en el camino atesorar objetos mágicos, que servían como pistas. Cada edición contaba con un equipo formado por cuatro personas. Una de ellas, con los ojos tapados, iba caminando por un decorado virtual (con un gran chroma). Y sus compañeros, al otro lado del monitor, guiaban sus pasos.

Como si estuviera dentro de un videojuego, el intrépido debía ir pasando pantallas que recreaban un tenebroso castillo pintado, con muchas trampas, precipicios y baldosas rotas, en el que era fácil caer al vacío si se daba un paso en falso.

Pruebas físicas, mentales y desapariciones, pues si el concursante metía el pie en el agujero negro que no debía… el concursante se volatilizaba gracias a unos efectos especiales que hoy son pura artesanía y que demostraban una televisión que no necesitaba grandes decorados para engatusar a los más jóvenes.

Visto en 2016, El Secreto del talismán era cutre. Pero en su época colaba a la perfección. No tenía castings prefabricados con perfiles de concursantes con personalidades que cayeran mejor a una y a otra audiencia. Tampoco el programa desprendía luminosidad o predicaba un ritmo trepidante. Sólo importaba jugar con imaginación. Y todos jugábamos porque el formato invitaba a lo más importante: vivirlo hasta el final, ya fuera en plató o en casa. 

@borjateran

Y ADEMÁS…

> Los programas infantiles de los ochenta, a análisis

> 22 vías de acción para salvar TVE

> Lo que debe aprender TVE de su propia historia

> 8 trucos de Chicho Ibáñez Serrador que siguen siendo modernos hoy

> 4 anomalías de la TV en España que hemos terminado interiorizando como normales

> Los elementos cruciales para el éxito en TV que se han olvidado

> 8 peculiaridades de los decorados televisivos cuando aún no hay pantallas de Led

10 de marzo de 1914. Una mujer en la treintena pasea por los pasillos de la National Gallery de Londres. Al llegar frente a la Venus del espejo de Velázquez saca de su bolso un hacha corta de carnicero y, con rapidez, asesta siete golpes al lienzo que afecta a la espalda y a los hombros de la diosa. La autora del atentado artístico reivindica su acción como una protesta por la detención de Emmeline Pankhurst, una de las dirigentes sufragistas del momento. Su seguidora, de origen canadiense, se llama Mary Richardson y milita en la Women's Special and Political Union, una asociación que reclama el voto para las mujeres en el Reino Unido.

En la misma asociación, inspirada por las Pankhurst, se encontraban mujeres de armas tomar. Faltaban pocos meses para el estallido de la Primera Guerra Mundial, que lo cambiaría todo. Pero las féminas de la WSPU habían decidido que su guerra debía comenzar en casa. Y para ello contaban con sus propias soldados. Tipas duras capaces de subirse al coche del rey Jorge V para presentarle una petición, colocarse delante del caballo del monarca -y morir a consecuencia de las heridas producidas- o atacar edificios públicos, colecciones de arte o iglesias. En total, y según una de las Pankhurst, ciento cuarenta actos de terrorismo de baja intensidad en la primera mitad de 1914.

Mary Richardson había nacido en 1883. Su militancia sufragista le acarreó un total de nueve arrestos entre 1913 y 1914 por vinculaciones con la 'acción directa'. Incluso pasó a ser una heroína del sufragismo al convertirse en una de las dos primeras militantes que tuvieron que ser alimentadas por la fuerza en prisión al declararse en huelga de hambre. Otra activista del sufragismo, Norah Elam, de origen irlandés, acusada por tres actos de terrorismo entre mayo y julio de 1914 y encarcelada. Una estancia en prisión que le valió una condecoración por parte de la WSPU casi como mártir de la causa.

La mujer que creó el fascismo (británico)

Pero la lucha del sufragismo se vio eclipsada por el estallido de los cañones en el verano de 1914. El conflicto sacó además la vena patriótica de las sufragistas, que optaron por lo que algunos estudiosos han calificado como “feminismo nacionalista”. Una de las Pankhurst, Christabel, lo valoró así años después: “Como sufragistas no podíamos ser pacifistas”. Y se pusieron al servicio de la Patria.

El caso recuerda bastante al de la española Mercedes Fórmica, que compaginó sus ideales falangistas con la defensa de los derechos femeninos, lo que le llevó a chocar en más de una ocasión con el 'nacional-catolicismo' del régimen franquista, tan alejado de la "España alegre y faldicorta" del discurso de José Antonio Primo de Rivera. La abogada -una de las primeras colegiada en Madrid- y escritora -que cobijó bajo su manto a nombres críticos- ha sido objeto de polémica: si el Ayuntamiento de Cádiz, en manos de una 'marca blanca' podemista, le retiró una estatua pública, el de Manuela Carmena, en Madrid, tiene previsto rebautizar con su nombre la calle que rinde homenaje a los caídos de la División Azul

La guerra sirvió también para potenciar la entrada de la mujer en ámbitos en los que habían dominado los hombres. Y algunas incluso llegaron a prestar servicio en el frente. Fue el caso de Rotha Lintorn Orman, nacida en 1885 en el seno de una familia de militares y que ya había apuntado maneras antes del conflicto cuando, haciendo caso omiso a la normativa establecida por Baden-Powell que prohibía el acceso femenino a los 'boy scouts', se conchavó con su madre para ingresar en la organización falseando su nombre -bastó con firmar con la letra R en lugar de colocar su nombre completo. En 1909 fue una de las primeras líderes de tropa 'scout' de Gran Bretaña, abriendo camino a la entrada de mujeres en el escultismo.

Las cosas no quedaron ahí porque Lintorn Orman consiguió ser admitida como chófer de ambulancia en el frente serbio durante la Primera Guerra Mundial e incluso comandó la escuela dedicada a entrenar a los conductores. Tan sólo salió de él, condecorada, al contraer malaria. Sus viajes por Europa tras el conflicto y su trato con rusos blancos que habían abandonado su país ante la toma del poder por los bolcheviques hicieron de ella una anticomunista feroz. Luego, en 1922, llegó la Marcha sobre Roma y el ascenso de los camisas negras de Benito Mussolini.

Apenas un año más tarde la heroína de guerra fundó en Londres el primer grupo fascista británico, los British Fascisti. Así, se convirtió en la primera mujer en fundar y liderar una agrupación política -aunque fuera fascista- en el Reino Unido en unos tiempos en que los varones dominaban la escena. Pero el marcado gusto de la fundadora por las ropas masculinas y las armas de fuego hizo que los comunistas tildaran a los British Fascisti de “nido de lesbianas”. El partido, pese a su nombre, uniformes y parafernalia, estaba más cerca del conservadurismo más radical que del fascismo puro y duro. De hecho, muchos de sus miembros se escindieron en otros grupúsculos más radicales. La propia fundadora, básicamente anticomunista, vio cómo sus magros efectivos se disolvían ante la aparición de la British Union of Fascists (BUF), cuyo líder era contemplado como un 'cripto-comunista' por Lintorn Orman al proceder del laborismo. Su cuesta abajo terminó en marzo de 1935 en Las Palmas (Islas Canarias), al parecer a causa de una sobredosis de barbitúricos.

El caso de Lintorn Orman no fue el único. Una de las sufragistas más populares, Flora Dummond, conocida como 'The General' por abrir las marchas en pro de los derechos femeninos ataviada con un uniforme de estilo militar y montada a caballo, también pasó de la WSPU al anticomunismo pese a haber militado en el laborismo. Junto a otras sufragistas fundó en los años 20 la Women's Guild of Empire, una liga femenina opuesta a la expansión comunista y que en 1926 se posicionó en contra de la gran huelga general de ese año.

Igualdad policial… y fascista

El caso de Mary Allen, nacida en 1878, es todo un ejemplo de esa trayectoria. Su militancia sufragista le llevó a abandonar su hogar, sus padres y sus amigos, consagrándose en cuerpo y alma a la causa. En 1909 fue arrestada por romper a pedradas las ventanas del Home Office. Pero con la Primera Guerra Mundial ingresó en una agrupación de voluntarias denominada Women Police Volunteers, fundada por una militante antiesclavista Margaret Damer Dawson y la periodista sufragista Nina Boyle. Una quería combatir la prostitución; la otra, colocar a mujeres en puestos ocupados de forma tradicional por hombres.

Aunque la Women Police Service no era una policía oficial, las autoridades apoyaron su desarrollo en los años de la Gran Guerra. Incluso las emplearon como auxiliares a la hora de vigilar a las obreras de las fábricas de armamento. Allen ingresó en sus filas y permaneció en ellas cuando cambió su denominación a Women Police Service. Pronto se convirtió en la mano derecha de Damer Dawson. Sus servicios durante el conflicto le valieron el ser condecorada. En 1920, a la muerte de la jefa de la agrupación, pasó a ser la “comandante”. Para entonces ambas mujeres ya habían definido un estilo que acompañaría a Allen durante años: cabellos cortos y uso permanente de un uniforme de apariencia policial que llegó a costarle una detención tras las protestas de la Policía Metropolitana, que comenzaba a implantar su propia división femenina.

Si las autoridades hicieron la vista gorda fue porque la organización de Allen, que para entonces se hacía llamar Rober por sus amistades más íntimas y 'sir' por sus subordinadas, sirvió para elaborar dossieres sobre activistas de izquierda y para 'romper' huelgas. A partir de entonces Allen compaginó la lucha por la 'igualdad policial' con numerosos viajes a propuestas de países en los que creían que la feminista era una verdadera agente de policía a la que recurrían para escuchar sus opiniones sobre cómo crear ramas femeninas en dichos Cuerpos. En 1934 llegó a visitar Alemania, donde conoció a Adolf Hitler y Hermann Göring y durante la Guerra Civil española fue invitada a visitar la España franquista. En Londres colaboró con asociaciones de apoyo al bando nacional. Las sospechas sobre su papel como presunta espía alemana antes de 1939 corrían paralelas a las historias sobre su lesbianismo. En los meses previos al estallido del conflicto mundial, Allen se empleó en los mítines pacifistas de la BUF de Mosley.

Pese a algunas dificultades durante la guerra, Allen siguió fiel a sus ideales tras 1945. Siguió vinculada a Mosley pero fue adquiriendo interés por la nueva causa: la lucha contra la vivisección animal en las filas de una entidad dirigida por una vieja compañera -o, mejor dicho, camarada-, Norah Elam, la sufragista que más se implicó en el partido fascista más importante de Reino Unido: la BUF

Un partido 'feminista'

Norah Elam, la mujer condecorada por la WSPU por su lucha a favor de los derechos de la mujer, mantuvo durante décadas otra batalla: la defensa de los animales contra la vivisección. Tras su etapa en el sufragismo y una intensa vida sentimental, en los años 30 se unió a Edward Descou Dudley Vallande Elam, del que tomó el apellido. Ambos se pasaron a un nuevo partido, la BUF, creada por un joven diputado exlaborista, antiguo combatiente en la Primera Guerra Mundial, Sir Oswald Mosley. La implicación de los Elam en la formación fue total: si ella pasó a ocupar puestos directivos en la estructura femenina, él no dudó en ejercer como conserje voluntario en la sede. Ambos mantenían una estrecha relación con Wilfred Risdon, jefe de propaganda y militante contra la vivisección animal. El matrimonio pronto se convirtió en personas de confianza de Mosley.

Pese a las apariencias, la BUF era, con toda probabilidad, uno de los partidos más 'feminista' de la escena política británica. En su imaginario incluía heroínas como la Reina Isabel o Lady Hester Stanhope, viajera y exploradora conocida como 'la Reina Blanca de Palmira'. No sólo eso. Aunque la formación mantenía separadas sus ramas femeninas y masculina, proclamaba que la fuerza y el coraje eran valores comúnes a ambos sexos y reclamaba la igualdad de salarios. En algunos puntos, la BUF era mucho más abierta que los conservadores o los laboristas, pues consideraba que las madres solteras debían obtener con su trabajo la posibilidad de vivir de la forma más digna posible junto a sus hijos.

Las cosas no quedaban ahí. En 1936 la BUF marcó un hito al presentar a las elecciones a diez mujeres -entre ellas Elam- como candidatas, lo que suponía el 10% de los candidatos al Parlamento británico. “Tenemos el mayor porcentaje de candidatas femeninas que cualquier otro partido en este país. Nos hemos comprometido a completar la igualdad entre sexos”, llegó a declarar Mosley, que se ufanaba de que “sin las mujeres no hubiera podido recorrer ni un cuarto del camino”.

En ese camino se topó también con Mary Richardson, la mujer que atacó a la Venus de Velázquez, que ingresó en el movimiento a finales de 1933 y durante dos años mantuvo altos cargos en la rama femenina, que abandonó por discrepancias.

Otra influencia del sufragismo y su acción directa fue la decisión de que las militantes femeninas del partido -uniformadas con blusa negra y falda gris- debían entrenarse en la defensa personal aprendiendo jiu-jitsu. Este arte marcial había sido popularizado a comienzos de siglo por las sufragistas como sistema de combate en unos tiempos en los que sus manifestaciones solían terminar a golpes no sólo con la Policía sino también con simples paseantes que pasaban de las imprecaciones a los tortazos. Las fascistas británicas estaban obligadas a defender por sí solas en sus choques con sus contrapartes comunistas, puesto que los militantes masculinos tenían prohibido el uso de la fuerza contra mujeres.

Con la declaración de guerra en septiembre de 1939, Elam fue encargada de la custodia de una parte de los fondos del partido, lo que da idea del nivel de confianza al que había llegado con Mosley. Al ser detenida en base a la regulación 18B de defensa que internaba a los dirigentes de la BUF, Elam portaba una carta de presentación a otros responsables del partido en la que el líder fascista la señalaba como de su absoluta confianza. Fue la única sufragista internada en base a dicha legislación. Veinticinco años antes ya había conocido lo que era una prisión.  

Al Jazeera es actualmente una de las plataformas informativas más importantes a nivel internacional, llegando a ser un punto referencial de noticias del mundo árabe con cuotas de audiencia insólitas para un canal de televisión de Oriente Medio. Su máximo apogeo le ha permitido competir con los grandes y tradicionales conglomerados mediáticos, tanto en prestigio, recursos y alcance. Lo que inicialmente se inició como un pequeño proyecto televisivo regional, fue ampliando sus cualidades de manera vertiginosa en poco más de una década, diversificando sus productos para atender a un público cada vez más variado, creando distintas filiales por todo el mundo, con nuevos canales que no tuvieran un cariz exclusivamente informativo y compitiendo férreamente por la exclusividad y primicia de algunas noticias.

Sin embargo, en los últimos años el enorme grupo de canales qatarí se encuentra inmerso en una profunda crisis, derivada de la confluencia de diversos factores externos y endógenos, que le han conducido a un proceso de considerable reformulación y restructuración. La orientación y futuro del grupo Al Jazeera está ahora más que nunca bajo la sombra de la incertidumbre, debido a algunos movimientos errados, como cierre de canales, inversiones infructuosas o despidos de un considerable número de periodistas, que sitúan su futuro a medio plazo entre signos de interrogación.

El sino de la televisión catarí parece encontrarse marcada por los pasos agigantados de la inmediatez del siglo XXI. En los primeros años del nuevo milenio, a los albores de la guerra de Afganistán e Irak, el crecimiento en audiencia y prestigio regional e internacional le llevaron a posicionarse en un nivel preferencial dentro del mapa comunicativo mundial. Durante prácticamente una década alcanzó un monopolio informativo sobre la audiencia de Oriente Medio y del mundo musulmán, pero los vientos favorables parecen haberse vuelto en su contra. La competencia televisiva para el público de la región y árabe se ha ampliado considerablemente en los últimos años. Por otra parte, ha sido muy criticada su cobertura de las revueltas árabes y los conflictos de Siria o Libia, lo que ha afectado severamente a su credibilidad. Todo ello, junto a sus aventuras fracasadas de intentar penetrar en el mercado televisivo norteamericano o europeo, han hecho que uno de los proyectos más cuidados por los Al Thani, familia reinante de Catar, se tambalee de forma prematura.

Historia de éxitos y episodios convulsos

Al Jazeera comienza a emitir en los primeros meses de 1996, con un alcance bastantemente reducido. Inicialmente fue visto como una ocurrencia más de un jeque adinerado del Golfo Pérsico, pero más allá de los tópicos, representaba un proyecto novedoso que no quería quedarse reducido a la escasa audiencia del pequeño país petrolero. Aprovechó el espacio dejado por la fallida prueba de la BBC de crear una filial en la región, para construir su propio margen de actuación exitoso.

A diferencia de otras intentonas anteriores de países y gobiernos vecinos, la familia Al Thani y los directivos de recién creada televisión tenían unas aspiraciones de dimensiones regionales, buscaban convertir a Catar en un referente cultural del mundo árabe a través de una televisión bajo su tutela. El punto determinante para el éxito y el crecimiento exponencial de la cadena, no sólo dentro de su posible área de influencia, sino también a nivel mundial, fue la cobertura de las guerras de Afganistán e Irak a principios del siglo XXI, como explica el libro “The Al Jazeera Phenomenon. Critical Perspectives on New Arab Media”. Si en su momento la primera guerra del golfo y el conflicto de los Balcanes fueron episodios violentos que consagraron internacionalmente a la CNN norteamericana como la plataforma de información que ofrecía las imágenes y las coberturas bélicas más detalladas, Al Jazeera, que mostró un despliegue sorprendente, capaz de introducirse en el corazón de los talibanes, en los recovecos del Irak de Sadam Hussein en decadencia, mientras seguía el recorrido de los marines, se afianzó como la vía de información preferida por otros periodistas, agencias y cadenas que no podían llegar donde sí lo hacía esta televisión catarí.

Tras su consabido y reconocido éxito entre 2002 y 2006, pronto la dinastía Al Thani y el gobierno de Catar decidieron destinar ingentes cantidades de fondos hacia la cadena, que triplicó su personal, diversificó sus canales y creó una línea de televisión en inglés. La producción de noticias en habla inglesa le permitió ir creciendo en el espacio informativo internacional, aunque pronto surgieron las críticas que advertían de las diferencias palpables entre la línea editorial de la matriz árabe y la occidentalizada cadena Al Jazeera English.

Para ampliar: “Información y contrainformación. El caso de los grandes media internacionales”, Marcos Ferreira en El Orden Mundial en el Siglo XXI

Sin duda alguna, el crecimiento de Al Jazeera en cuanto a sus capacidades se debió también a la bonanza económica que vivía la economía catarí, gracias a unos precios del petróleo y gas elevados y las rentables inversiones financieras que los grupos y empresas estatales realizaban en distintos ámbitos. Este contexto le permitió plantearse horizontes mucho más elevados, como la creación de una cadena exclusivamente de deportes con Bein Sports, aumentar su capacidad de difusión en Europa y abrir un canal propio en Estados Unidos.

No obstante, la plenitud y los años de bonanza en términos económicos, audiencia y reputación, han comenzado a menguar en los últimos cinco años. Su cobertura de las revueltas árabes y los conflictos en Siria, Libia o Yemen, evidenciaron que la cadena estaba muy sujeta a los intereses y objetivos políticos del gobierno del emirato, lo que le restó una enorme credibilidad no sólo ante otros medios, sino ante la propia audiencia árabe, que empezó a modificar sus preferencias televisivas.

Por otra parte, Al Jazeera ha encontrado enormes obstáculos para penetrar en los mercados de Europa y Estados Unidos de una forma solvente. En este sentido, tras el reciente cierre de Al Jazeera America y las dificultades que está encontrado Bein Sports para hacer con el control de los derechos televisivos de los grandes eventos deportivos, desde Doha se ha decidido un cambio de estrategia, que va más encaminado a un control –por capitalización y accionariado– sobre ciertos grupos audiovisuales y de papel tradicionales, que les permite entrar en esos mercados pero abandonando la marca Al Jazeera o cualquier otra identificación catarí.

De esta forma, parece ser que el gobierno de Catar comienza a ser consciente de las limitaciones y dificultades que puede suponer la expansión de Al Jazeera a nivel global, por lo que la tendencia aparente es reducirla a un dimensión regional, mientras para la internacionalización de sus interés comunicativos y culturales se apuesta por otras vías.

La televisión de una dinastía

La creación y crecimiento de la cadena Al Jazeera, la modernización del pequeño emirato en tan sólo dos décadas, su mayor peso regional y el logrado alcance internacional no pueden ser comprendidos de forma aislada e independiente. Todo ello responde a los intereses del gobierno catarí y del emir Hamad bin Khalifa al-Thani y su sucesor en el trono en 2013 su hijo Tamim bin Hamad al-Thani, por desarrollar políticas ambiciosas que hicieran de Qatar un estado relevante en la conflictiva área de Oriente Medio, influyente dentro del mundo árabe y musulmán e interesante socio para las potencias occidentales y emergentes.

La cadena de televisión se enmarcó en una serie de proyectos globales que intentan convertir a la antigua península de perlas y pescadores en un agente internacional con autonomía propia en el desarrollo de política exterior, ya que siempre ha estado bajo el tutelaje de Arabia Saudí y Estados Unidos, así como un interesante y atractivo centro de negocios, investigación y un relevante espacio deportivo y cultural a nivel mundial, como muestra el documental: “Los tentáculos de Qatar”.

Al igual que sucede con la mayoría de empresas del país, el principal accionista de Al Jazeera es el emir de Catar, seguido por miembros de la dinastía Al Thani y finalmente por el gobierno nacional. Aunque la mayoría de los profesionales que trabajaban para la cadena proceden de países árabes y algunos son europeos y estadounidenses, la cúpula directiva sólo está constituida por cataríes y la dinámica final está marcada por las decisiones del jeque Hamad Ben Thamer Al Thani, familiar directo del emir.

Por tanto, es complicado que la cadena, cuyos periodistas en público dicen trabajar con total libertad e independencia, pueda desatenderse de los objetivos últimos de las autoridades cataríes. Al final, Al Jazeera es el propio reflejo de la diplomacia e intereses del gobierno de Catar, quien desea jugar un papel mediador en muchas de las dinámicas y crisis regionales, mostrándose como un socio y aliado fiable de Occidente mientras tiene un trato directo con grupos radicales de la zona.

En Al Jazeera Árabe hay espacio para entrevistas a líderes radicales islamistas, representantes de los talibanes, Hezbolá o Hamás, mientras en otros programas se invita a delegados del gobiernos israelí o del cuerpo diplomático estadounidense. Algunos países de la región, como Arabia Saudí, Irán o Siria en ciertos momentos, directamente han cortado la emisión de la cadena o han prohibido la entrada de sus periodistas. Incluso por parte del gobierno de Riad se ha decidido potenciar mucho más, junto a Emiratos Árabes Unidos, la cadena Al Arabiya, para afianzarla como competidora directa de Al Jazeera por la audiencia árabe y musulmana.

El trabajo realizado en algunos conflictos regionales ha hecho evidente las ataduras del gobierno sobre la cadena. Por un lado, no sorprendió a nadie el escaso seguimiento al levantamiento popular en Bahréin, debido a las estrechas relaciones que la dinastía Al Thani mantiene con los gobernantes de la isla vecina, favoreciendo el silencio mediático sobre los graves incidentes. Igual de criticada ha sido su cobertura del conflicto en Yemen, donde ha destacado la preocupación por mantener una línea informativa que no pudiera molestar a Arabia Saudí, aliado y vecino con el que comparte unas relaciones políticas siempre complicadas.

Los sucesivos estallidos y crisis abiertas en Gaza e Israel, son otros casos que ejemplifican como Al Jazeera llega a ser un mecanismo más de la ambigua y discreta diplomacia catarí, combinando reportajes bastante favorables a Hamas con otros mucho más comedidos y respetuosos con la postura israelí. No obstante, las atenciones que más descredito han generado entre el público y otros profesionales de los medios audiovisuales han sido como la cadena catarí ha tratado el derrocamiento de Mubarak en Egipto o las guerras en Libia y Siria.

Al contrario que pasó con otros levantamientos populares, Al Jazeera sirvió como un extraordinario altavoz para los manifestantes de la plaza Tahrir de El Cairo; también se le acusó de tener estrechos vínculos con los Hermanos Musulmanes y ayudar a la llegada de Morsi al poder. De hecho, varios de sus periodistas fueron acusados de espías, incidentes muy parecidos a los que ha tenido en los últimos años con el régimen de Al Asad, en Irán o Arabia Saudí. Si bien es cierto que en el caso sirio apenas ofrecen información desde el bando del régimen y se han preocupado de tener siempre corresponsales en las zonas rebeldes, en los casos del país de los ayatolá y de la familia Saud se han asegurado en los últimos meses de no publicar noticias o informaciones que pudieran complicar las relaciones de Doha con Teherán y Riad. De esta forma, Al Jazeera es foco de influencia para los Al Thani, pero también se evita prudentemente que se convierta en otro elemento de controversia de su estrategia exterior.

Morir de éxito o renacer

En los últimos dos años parece como si Al Jazeera hubiera convocado a la tormenta perfecta, un reto que podría abatirla de forma rápida y sin paliativos. La reducción enorme de la inversión de la familia Al Thani y del propio gobierno catarí en la cadena, las infructuosas y fracasadas aventuras televisivas por Estados Unidos y Europa, junto a la pérdida creciente de cuota de audiencia en la zona, ya sea por la fuerte presencia de otros canales competidores, por las restricciones de algunos gobiernos, o bien, por las constantes acusaciones de falta de imparcialidad y credibilidad, han derivado en que la plataforma televisiva esté viviendo su momento más delicado desde su creación.

El secretismo y el elegante recelo con el que gobierno catarí, desarrolla tanto sus políticas nacionales e internacionales, así como las principales acciones financieras e inversiones de sus empresas estatales, hacen difícil que se pueda conocer de primera mano cuales son las auténticas vicisitudes por las que está pasando el canal. Obviamente la falta de transparencia se halla en uno de los problemas básicos de Al Jazeera, que ha tenido a lo largo de su corta vida, una nube constante de rumores, críticas y sospechas.

Pese a todo ello, resulta apropiado afirmar que detrás de todos los contratiempos que se están desencadenando se encuentra un escenario que no fue imaginado por el gobierno catarí cuando esbozó la idea de crear un gran medio de comunicación árabe para todo el mundo y de tutela catarí. La dirección de la organización no supo gestionar bien el éxito prematuramente cosechado, irremediablemente no ha conseguido separarse, por lo menos estéticamente, de los intereses de la dinastía Al Thani. Además imaginó un escenario televisivo internacional mucho más benévolo y accesible de lo que realmente es. No hay que olvidar que la información siempre es poder en una sociedad internacional tan globalizada. Donde las vías para verter información y comunicación se han diversificado exponencialmente gracias a internet, era previsible que Al Jazeera fuera a encontrar infinidad de retos y obstáculos en un campo de batalla tan despiadado como la televisión. Veremos si sabrá reponerse o quedará relegada a un segundo plano.

La entrada Al Jazeera, mucho más que una televisión aparece primero en El Orden Mundial en el S.XXI.

It’s not so much about big, over-the-top gestures. Think about the little ways you make him feel loved every day.

1. Clear your head for a minute before you see each other so you can feel happy and excited and not bring the stress of your day with you.

2. Say ‘thank you’ every time he makes an effort to do something nice for you, or for your future together. Knowing someone is grateful for what you do never gets old.

3. Keep his favorite beer in your fridge.

4. On a special occasion buy a card and write as many statements as you can inside that begin with “I love that you…”

5. When it’s hot, bring him a cold beverage unprompted. When it’s cold, bring him tea or hot chocolate.

6. Hug him hello, hug him goodbye.

7. Rub your nails lightly all over his back when he’s stressed out.

8. Scratch the back of his head while you’re watching Netflix.

9. Learn how to give a great back massage, and give him one without him asking — or you needing one in return.

10. Figure out what his favorite meal is, and learn how to make an exceptional version of it.

11. Fill his car up with gas.

12. Find out what his love language is. It’s easiest for some people to feel loved in specific ways. When you find out which way this is, you can make sure you are communicating your feelings in the way they will best be able to “hear” you.

13. Ask him if he’s hungry and make a meal if he’s in the middle of something.

14. If you’ve having relationship issues, think clearly about them and what the most productive kind of conversation would be — and then have it. Don’t let yourself keep it inside until you are nagging or making mean, offhand remarks because you haven’t addressed what’s bothering you.

15. When fighting, always come from a place of being on the same team as your partner. Remember that you want to come together to figure out what would be best for you both. If one of you “wins” the fight, you both lose.

16. When you think of something about him that makes you happy, tell him or text it to him, even if it’s out of the blue.

17. Tell him he’s handsome.

18. If there are chores he absolutely detests doing, and you don’t mind, do them for him.

19. Bring him coffee in bed when you wake up before he does.

20. Tell him you miss him, when you do.

21. Refuse to let him leave without a kiss on his forehead.

22. Rub his feet when he’s been on them all day.

23. When you see him, smile.

24. If he works on a computer for his job, learn how to give a hand and forearm massage. It’s crazy how much tension you keep there when you’re using those muscles all day.

25. When you’re going to be gone for awhile, make his favorite cookies, bars, or cake for him to eat while you’re gone.

26. If you’re planning a low key Netflix night, make it slightly more special by lighting candles and making a fancy snack for the night like a charcuterie board.

27. Tell him what a great partner he is, point out reasons this is true.

28. Put his favorite candy and a nice note in his bag before he leaves for a trip.

29. Rub his arm when you’re sitting next to him.

30. Let him sleep in.

31. When he’s showering, write him a cute note in the steam on the mirror.

32. Make the two of you a fancy steak dinner at home, for no reason at all.

33. Tell him how attracted to him you are.

34. Run your hands through his hair.

35. Do some chore or task for him that he has been meaning to do, but procrastinating for months (or longer).

36. Get him a luxury product he wouldn’t get himself, like really nice lotion.

37. When he’s stressed about work, remind him how good at his job he is, and how lucky his employer is to have snagged him.

38. Buy supplies to make fancy cocktails at home one night when you get home from work.

39. Get up early and make pancakes or another fancy breakfast before work one day — the kind of thing that’s usually reserved for weekends.

40. Pack his lunch for him and leave a love note in with his favorite kind of sandwich.

41. When he talks, really listen. Leave your phone out of your hands when you two are talking.

42. Thank him for being such a good partner to you.

43. Get his vehicle detailed.

44. On a night you have nothing planned, surprise him by having his favorite movie rented. Especially if it’s something that’s not readily available to stream on Netflix or otherwise hard to fine.

45. Tell him how loved and how happy he makes you feel.

46. In the winter, start his car for him so that he can get into a warm vehicle.

47. Pamper him physically in ways that aren’t related to sex.

48. Tell him when you’re proud of him.

49. Always be on his side.

50. Say “I appreciate you.”

1.

---

2.

---

3.

---

4.

---

5.

---

6.

---

7.

---

8.

---

9.

---

10.

---

11.

---

12.

---

13.

---

14.

---

15.

---

16.

---

17.

---

18.

---

19.

---

20.

---

21.

---

22.

---

23.

---

24.

---

25.

---

26.

---

27.

---

28.

---

29.

---

30.

---

31.

---

32.

---

33.

---

34.

---

35.

---

36.

---

37.

---

38.

---

39.

---

40.

---

41.

---

42.

---

43.

---

44.

---

Many people wish that their romantic partner would be more responsive. Perhaps you long for a text message reply that you know will never come, or for affirming eye contact with your beau amidst pillow talk, or just any sign that they care about your dead dog or your critique of Gossip Girl's narrative arch. Intimacy sometimes wanes in long-term relationships, and a lack of responsiveness could have something to do with it. Researchers recently found out what we have always known: the more responsive your ride or die, the more likely you are to fuck them.

The study, "Intimately Connected: The Importance of Partner Responsiveness for Experiencing Sexual Desire," is a combination of three complementary experiments, all of which were designed to determine the effect of spousal responsiveness on sexual desire in long-term relationships. In the first experiment, 153 couples had ten-minute conversations about an either positive or negative life event via online chat. Though the subjects thought they were conversing with their spouses, they were actually talking to a researcher, whose standardized replies varied from responsive ("You must have gone through a very difficult time"), to unresponsive and rude as hell ("Doesn't sound so bad to me").

After, the subjects filled out a form to determine if they felt understood or cared for by their partner during the tricky chat. Then they had to fill out another form determining to what degree they wanted to do sexual things with their beloved, such as kissing or intercourse. Predictably, "women experienced greater desire while interacting with a responsive partner than while interacting with an unresponsive one," the study says. Men responded with more sexual interest in general but, unlike women, their interest in sex stayed constant regardless of whether they thought their girlfriend was wicked rude and dismissive or super responsive and affirming during their instant messaging session.

Dr. Tony Ferretti is a sex, relationship, and narcissism expert. In an interview with Broadly, he explained that responsiveness is important to couples because "it creates a sense of security, trust, and connectedness that most individuals desire." Intimacy, Ferretti says, can be strengthened by responsiveness because it makes you feel like you're special to the person you love.

In the second experiment, 178 straight couples had similar conversations about negative or positive life events, but this time they were physically in front of each other and talking in person. Unlike the first experiment, in this second one, both women and men expressed more sexual desire for each other if they perceived their partner to be responsive during their conversation. But don't go divulging sob stories to your attentive mate: Researchers found that subjects felt more sexually attracted to their partners following a face-to-face responsive conversation about a positive life event, but not so with a negative event. Such sad memories may "be less likely to render this partner desirable as the individual focuses on personal weaknesses or stressors," the researchers write.

In the third experiment, the researchers studied 100 other straight couples. "We asked both members of romantic couples to complete a nightly diary for six weeks in which they recorded the quality of their relationship, their perceptions of partner responsiveness and mate value, their sense of feeling special, and their desire to engage in sex with their partner," the study says. This experiment helped them to see whether or not responsiveness correlated to an increase in sexual desire over time. Like in experiment two, women and men sexually desired their partners more on days when they perceived them as responsive.

Both men and women also felt "special" when their partners were responsive, but for some reason women felt significantly "more special." In their analysis, researchers found that this feeling of specialness was correlated to an increase in sexual desire. Perhaps least shocking of all, the researchers found that on the days when couples were respondent, felt special, and had sexual desire for each other, they were more likely to have sex. "Sexual desire thrives on rising intimacy," they wrote. "Being responsive to a partner's needs is a promising way to instill and maintain this elusive sensation over time."

"Unfortunately, many couples don't communicate their needs directly or constructively instead they harbor anger, hurt, or resentment," Ferretti explains. "Most men need to be told very specifically and sometimes repeatedly what their partner's needs are before they get it." According to Ferretti, active listening can create a more significant connection than even problem solving; you just need your partner to bear witness to you.

"Being more responsive can be as simple as turning your phone off at dinner or planning a surprise date or overnight getaway and including your partner's favorite activity," he said. "Ultimately, being kind, caring, considerate, and empathetic through words and actions will build trust and connectedness."

Today marks the 15th anniversary of The Princess Diaries, the release of which jumpstarted Anne Hathaway's career, inspired several sequels, and convinced a generation of girls that the Kingdom of Genovia is a real country ruled by Julie Andrews.

In the film, Mia Thermopolis, played by Hathaway, is a gawky teenager with an unrequited crush on the school jock and a paralyzing fear of public speaking. Her only worldly comforts: a black and white cat, Fat Louie, and her equally unpopular, loudmouthed sidekick and best friend, Lilly Moscovitz.

Things quickly change course when Mia's paternal grandmother comes into town and informs Mia that her late father was the crown prince of Genovia. Mia doesn't take the initial news well at first, but decides to ease into the possibility of ruling a small sovereign nation slowly by beginning "princess lessons." Of course, a crucial component of the lessons is a makeover. Mia's thin, wire-framed glasses are swapped for contacts, and a blowdryer-wielding hairdresser irons out Mia's frizzy curls into a flattened, glossy mold of hair.

The iconic makeover scene highlights an old movie trope; this theme is so popular that it's been dubbed the "Beautiful All Along" trope, in which a dorky female character whips off her glasses, lets her hair down, and dons a tighter-fitting top, thus miraculously transforming into a megababe. For another example of the trope, look no farther than Hathaway's later role in the Devil Wears Prada as Andrea, the bargain-bin-buyer-turned-fashion-it-girl.

A common theme among makeover montages like Mia's is the discarding of glasses. Sometimes it's part of a dramatic makeover like Janie's in She's All That or Toula's in My Big Fat Greek Wedding. Other times, it's a more subtle approach, like in the first Rocky movie when Rocky casually takes off Adrian's glasses and hat before before giving them both a compliment with: "I always knew you was pretty."

Read More: Remembrance of Things Past: Looking Back at MTV's 'The Hills'

Studies have shown that wearing glasses affects how people view you. Depending on the glasses style, they can make you appear more intelligent and simultaneously less attractive. Because of this, some lawyers even advise clients to wear glasses to court.

"There's that original belief that people who wear glasses, that they're more trustworthy or they're more intelligent," says Lisa Brateman, a psychotherapist based in New York. "We take what we know to be true. We think that people who wear glasses are probably smarter. Therefore, we unconsciously say, Okay, this is the smart one."

But it's not just about the perception of others; you also may act differently when wearing a pair of frames. "There's evidence that people tailor their behaviors to the context they find themselves in," says Andrei Cimpian, an associate professor of psychology at New York University. "That belonging or feeling like you're one of the accepted members of the group may be an important motivation for altering your appearance to fit the standards of the group."

If Mia really wanted to play the part of sole heir to the Genovian throne and apt future ruler of the foreign nation, maybe she should have kept her glasses on to make herself seem more respectable. "Some people dress by wearing glasses," says Brateman. "Especially when somebody is younger, they feel like they are being taken more seriously because the glasses make them appear more intelligent."

For More Stories Like This, Sign Up for Our Newsletter

¡Sexo! ¡Folleteo! ¡Corridas! ¿No es maravilloso? Seguro que te encantaría estar haciendo algo de eso ahora mismo, ¿verdad? Restregar tus genitales húmedos en un movimiento frenético, como un animal en celo. Yo pensaba que lo sabía todo sobre el sexo, pero una de las cosas que tiene esto de madurar es que te das cuenta de lo poco que sabes realmente. ¿Desde cuándo a los heteros les interesa tan poco el analingus? ¿Cómo escoger una buena palabra de seguridad? Y ¿a alguien le gusta de verdad que le metan los dedos?

Quería analizar aquellos aspectos de la sexualidad de los que nunca había oído hablar para mi nueva serie de BBC Three, "The Paris Lees Sex Show". Sí, has oído bien. La BBC me ha dado un programa para mí sola. Sobre sexo. Yo quería que fuera mucho más obsceno y superficial, pero ellos insistieron en que había que darle un enfoque educativo, para la gente joven y esas mandangas. Cosas de la tele pública. Pero bueno, al final es bastante fuertecillo para los estándares de la BBC. Si no, mira en este vídeo cómo se mueven mis pechos, como si fueran dos globos trémulos llenos de gelatina.

En cualquier caso, los chicos de VICE querían saber si realmente he aprendido algo con mis pesquisas, y resulta que sí. Si a eso le añadimos el hecho de que llevo una década siendo... bueno, las cosas por su nombre, una buena zorrita, se puede decir que tengo bastante experiencia en esto del sexo. Así que, sin más dilación...

1 Relajarse

Respira hondo, cari. En serio, si hay algo que me ha enseñado la vida es que, si te relajas un poco, eres capaz hasta de sentarte encima de un cono de tráfico. #Estachicapuede

2 Móntate un buen kit de sexo

Me da igual quién seas, tienes que hacerte con uno. De vez en cuando a todos se nos escapan algunos fluidos corporales, ¿no? Pues necesitas un sitio en el que guardar pañuelos, condones y alguna toalla de mano. Unas esposas, quizá. Un dildo. Un machete. En fin, todas tus cosas sexuales. Yo soy superfan de las toallitas húmedas. El otro día las vi de oferta, me volví loca y me llevé un montón de paquetes. De verdad te digo que se te queda el asunto muy fresco con estas toallitas. Y las de aloe vera, ni te cuento. Gracias a ellas he vuelto a ser virgen.

3 Aprecia el valor de la intimidad

En mi vida he tenido varias relaciones íntimas y especiales: con la chica que me hace la manicura, con la peluquera y con la que me hace las cejas. Pero últimamente he madurado y me he dado cuenta de lo genial que pueden llegar a ser las relaciones íntimas de verdad.

Vale, sí, la promiscuidad también es una pasada, pero dudo que sea satisfactoria a largo plazo. Ahora el sexo ocasional lo veo como la comida rápida, y hacer el amor es como cocinar en casa. No me malinterpretes: a veces te apetece comerte un dürum enorme y grasiento del turco de la esquina, pero nunca será comparable a un plato que has preparado con todo el amor del mundo, con sus especias, a fuego lento y blablablá. Quién lo iba a decir, ¿eh? Me he vuelto una romántica...

4 Vía libre

Esto lo aprendí cuando empecé a valorar la intimidad: cuando amas a alguien, casi todo vale. Yo tengo mis preferencias o, lo creas o no, mis límites, pero cuando estás enamorada harías lo que fuera por tu pareja. Y no lo digo como si fuera algo malo, degradante o un signo de dependencia. Lo digo porque es algo bonito y sincero. Como cuando te ves a ti misma haciendo cosas que nunca antes te habían gustado solo porque sabes que a la persona a la que adoras le encantan, y lo gracioso es que ahora a ti también te encantan.

5 Nunca digas nunca jamás

Pese a que mi actitud hacia el sexo es totalmente abierta, no puedo evitar que haya cosas que no me gusten, como ver a gente autolesionándose, y me da a mí que la escatología también queda fuera de mis intereses. Pero hay cosas que en un primer momento me parecían ridículas o desagradables y que no veo tan mal hoy día. Y sé por experiencia que no soy la única.

He conocido a muchos tíos de veinte y treinta y tantos años a los que les ponen las mujeres trans ya sea antes o después de operarse y que diez años atrás habrían jurado que nunca tocarían a una. Pero como en tantos otros aspectos de la vida, la perspectiva sexual va cambiando con el tiempo, a veces de forma drástica. Y no pasa nada.

Supongo que todo esto es para justificar que hace poco he descubierto que me gusta el rollo furry.

6 Fóllame mientras lloro

¿Estamos todas de acuerdo en que no hay nada más cachondo que follar cuando tienes los sentimientos a flor de piel?

7 La gente con discapacidad también necesita correrse

Soy bastante ensimismada, por lo que no había pensado mucho en ese tema, pero desde que empecé a grabar mi serie, me he dado cuenta de que no hay mucho porno para invidentes o personas con discapacidad visual, y eso no mola nada. Existe un libro pornográfico en braille, pero hacen falta las dos manos para leerlo... Muy bien. Los invidentes necesitan más material erótico que resulte atractivo.

8 Está bien tener fantasías

Todos tenemos una fantasía sucia que ni en un millón de años llevaríamos a la práctica, y no pasa nada. Creo que todos necesitamos tener acceso a esa fantasía de vez en cuando. Aunque te ponga mucho la persona con la que estás, aunque la ames desesperadamente y no puedas sentir más atracción por ella, a veces necesitarás pensar en Lo Tuyo para correrte.

No quiero saber qué es lo tuyo exactamente, ni a ti te importará qué es lo mío, aunque si te interesa mucho saberlo, tiene que ver con un chubasquero transparente y una chica con la que fui al instituto en una noche ventosa, y con seis bomberos cachondos y una galleta de perro. Hasta ahí puedo leer.

9 Tres son multitud

Cuando te enrollas con alguien, siempre dices que quieres hacer un trío, aunque lo más probable es que no lo hagas. No digo que los tríos no molen o que las parejas estables no deban probarlos, pero los tríos los carga el diablo. A mi modo de ver, lo ideal es quitarse el mono de tríos en tu época de zorreo, pero oye, que estamos en 2016. Haz lo que te dé la gana.

10 Hazte pruebas

Dios sabrá por qué, pero nunca he cogido la gonorrea. Y eso que lo hice dos veces sin protección, en un callejón detrás de un centro comercial con un camello que se parecía al que lleva lentillas de los So Solid Crew. Pero fui una idiota. Usa siempre condón. No queremos que pilles una horrible enfermedad de transmisión sexual, como la gonorrea o un bebé. Hablando de bebés...

11 Ya va siendo hora de hablar de educación sexual sin tapujos

La mayoría de programas de educación sexual no te preparan para la realidad y las responsabilidades de la vida. ¿Cómo dices? ¿Que si metes un pene en una vagina, la mujer se puede quedar preñada? ¡¿Cómo iba yo a saberlo?! Sí, los niños tienen que aprender cómo funciona la reproducción, pero también hay que enseñarles el concepto de "sexo consensuado" si es que queremos acabar con la violencia sexual de una vez por todas; hay que fomentar el respeto por los límites de cada uno para ahorrarnos muchos traumas y mucho sufrimiento.

Cuando yo iba al instituto, nos pusieron una película en la que se nos decía que un día tendríamos que lavarnos las axilas más a menudo, que nos crecería vello ahí abajo y que la masturbación podía ser muy agradable. Todo eso ya lo había aprendido yo solita a los 14 años, así que muchas gracias por nada. En cambio, nunca se nos dijo que no pasa nada por ser gay, o bi, o por no apetecerte el sexo.

12 No des la espalda a los aromas

Las axilas me ponen. No estropees su encanto con desodorante barato. Limítate a mantenerlas limpias. Eso es importante. Una vez vi un vídeo sobre eso. Una vez también oí que se supone que deberíamos sentirnos atraídos por el olor que despiden otros humanos. Supongo que es verdad.

13 Deja a un lado tus complejos

Deja de preocuparte. Si tu pareja sexual está contigo es porque le gustas. O porque está muy cachonda y no encuentra nada mejor. En cualquier caso, ¡disfrútalo, joder!

14 El látex mola

El látex me pone. Mira qué vestido llevaba a principios de marzo:

Y mira el que llevaba a finales de marzo:

Me sabe mal, Kim West Latex.

15 El arte de las mamadas

Ah, las chupadas. Para esta voy a citar a Samantha, de Sexo en Nueva York: "Colocación de los dientes, relajación de la mandíbula, succión y contención del reflejo de náusea. Y subir y bajar la cabeza todo el tiempo mientras gimes e intentas respirar por la nariz. ¿Fácil? Cari, no en vano los anglófonos lo llaman blowjob, porque es un trabajazo.

§

Y eso es todo. Seguramente seguiré cometiendo los mismos errores una y otra vez durante los siguientes 50 años, pero espero que al menos mis conocimientos te sirvan a ti de algo. ¡Feliz follada!

@parislees

Traducción por Mario Abad.

Sex! While humanity’s most basic activity isn’t the subject of social scientific inquiry as much as more buttoned-up fields, sex researchers have started unearthing some sensible findings around sexuality, like that happy couples have sex about once a week, and that watching porn primes...More »

Earlier this year, a British company announced its plans to begin peddling couples’ “commitment rings,” pieces of wearable tech that sync to streaming services and block access to certain shows until both rings (and, therefore, both partners) are nearby.

Is this overkill? Yes. Does this feel like...More »

At the top of an old New York Times Magazine story on English bulldogs, titled “Can the Bulldog Be Saved?”, are two very different renderings of the breed. On the left is the familiar squat, smoosh-faced, potbellied dog we’re familiar with. On the right is a sort of...More »

Despite the growing availability of legal options, online piracy remains rampant. Every day pirate sites are visited hundreds of millions of times.

Piracy tracking outfit MUSO has documented the piracy landscape with data from 14,000 of the largest global piracy sites. In total, the company recorded 141 billion visits to pirate sites last year alone.

But where are these pirates coming from?

In absolute numbers the United States clearly comes out on top. With nearly 10 billion visits to streaming portals and over 3 billion to torrent sites, the U.S. beats all other countries.

Perhaps not a surprise, as the U.S. is one of the largest countries in the world with a high Internet penetration. Things get more interesting, however, when we look at the piracy rate based on the number of Internet users around the world.

Data MUSO exclusively shared with TorrentFreak, shows that different countries float to the top when the Internet population is taken into account.

A comparison of the top 50 countries with the most piracy traffic shows that Europe in particular has a persistent piracy problem. In fact, all of the 10 countries with the highest online piracy rates are in Europe.

Latvia comes out on top with a massive 46% of the Internet users visiting pirate sites, followed by Bulgaria, Lithuania, Croatia, Spain and Greece. The top 10 piracy havens is completed by Serbia, Ireland, Romania and Sweden.

The first non-European country in the list is Australia, with a piracy rate of 16%, followed by Israel. Canada is the first North American country, located in the middle of the bunch, with a piracy rate of 11%.

When taking the size of the Internet population into account, the United States is actually one of the countries with the lowest piracy rates, just under 5%. The UK also has a modest piracy rate with nearly 8%.

Most surprising, perhaps, is the low piracy rate in Germany, where less than 2% of the Internet population are considered to be “pirates.” Vietnam closes the list with just over 1%.

The dataset includes visits to both international and local pirate sites, and MUSO believes that it’s an accurate overview of the global piracy landscape. The current list is based on data from 2015 and it will be interesting to see if these rankings will change over time.

—

Below is the top 50 in reverse order. China, Japan and Korea were excluded as MUSO didn’t have sufficient sites representing these countries to accurately include them.

Top 50 pirate countries by relative piracy rank.

Source: TF, for the latest info on copyright, file-sharing, torrent sites and ANONYMOUS VPN services.

Photo courtesy of Netflix

Spoiler alert: Plot points for the first season of Stranger Things ahead.

Netflix's Stranger Things is a pastiche of 1980s films, both in style and content. So it's unsurprising that in our nostalgia-obsessed age it has been enthusiastically embraced by a generation raised in the Spielbergian wonderland of E. T., Jaws, and Close Encounters of the Third Kind. What I'm struck by in Stranger Things, however, is not how it builds its image of the 1980s out of pre-created parts (although that's plenty interesting, too), but how the show usesDungeons & Dragons to frame its narrative.

Stranger Things is an episode of The X-Files if it took place in the small town from E. T. A shadowy government organization has created a weapon in the form of a young girl, and she escapes its facility after unleashing a monstrous being from an alternate dimension. The show traces her path alongside a boy named Will Byers (who has been snatched by the monster), a small-town sheriff, a few high schoolers, Byers's determined mother, and a young group of boys who are hellbent on getting Will back.

We're introduced to Stranger Things's can-do group of protagonist tween boys while they're sitting around a table in a basement playing D&D. Dreading the fantastical prince Demogorgon, the four kids get into a terrible squabble about spells of protection versus throwing a fireball, and it's this outburst that gets them busted by a mom who closes down the game. Ultimately, this game of D&D sets the stage for the entire season and series: Will Byers being sent home from the game leads to his abduction from our world and his entrapment in the "Upside Down" realm of monsters.

Dungeons & Dragons does narrative work in this show. It functions as the primary metaphor for how these young nerdy boys are able to communicate and cooperate with one another and how they contextualize the challenges they face. While trying to figure out how to rescue their friend from the "Upside Down," their science teacher explains parallel dimensions by way of a flea and an acrobat: An acrobat can travel back and forth on a wire, but a flea can travel along the side or beneath it. That's parallel universes. While their science teacher's metaphor is useful for explaining the concept to the audience, the only way that the kids themselves actually understand that place is by attaching it to their pre-existing understanding of the Vale of Shadows, an analogue for the actual Dungeons & Dragons Plane of Shadow.

Photo courtesy of Netflix

It's important to consider the kind of game that Dungeons & Dragons is to see why Stranger Things leans into it so heavily. It is the type of game where there can be two optimal strategies (throwing fireballs vs. casting protection spells), where people can do heroic things beyond mere human capability, and where players are constantly coming into contact with circumstances beyond their control. The ability for the player to think about, react to, or work around a problem in a freeform way is what makes tabletop roleplaying a fundamentally different experience from video games. Despite the fantastical trappings of Skyrim or World of Warcraft, neither of those games offer the wide space of D&D. At its best, tabletop roleplaying blurs the line between character and player to the point that you can feel like an actual hero who has done something important in a world where your contributions were felt by friend and foe alike.

The only other piece of recent media that has been so reliant on a game to structure the way it tells its story is The Hunger Games series of books and films. That saga uses its internal game as a metaphor for the grand plot of the franchise. Katniss pings back and forth between being a tool of the evil Republic and a pawn of the resistance (which merely wants to replace the Republic). The "in game" segments of the films repeatedly show that Katniss and her compatriots are always playing the game correctly by solving the problems thrown their way, but it is the moments in which they refuse to play that they are able to do the most—when Katniss and Peeta attempt suicide to sabotage the game in the first novel, they are declared "winners" of the game.

Photo courtesy of Lions Gate Entertainment

The series has been read as having an explicit anticapitalist message and as a useful political tool. The novels and films come prepackaged with an individualist, reactionary politics: The world throws problems at you, you react, and you make it through the obstacles alive. It offers two layers of metaphor: The arena fighting game is a metaphor for political struggle in the fictional world; the struggle in the fictional world is a metaphor for our real-world political struggles.

But the political work that Dungeons & Dragons does in Stranger Things isn't the dog-eat-dog individualism of The Hunger Games, and it doesn't require that we commit to a nihilistic mode of disengagement. If games in these works are proposing ways we can live political life, then D&D becomes a beacon of hope in an otherwise bleak set of games-as-metaphors. The Demogorgon got Will Byers, but in the end, a community working together got the Demogorgon. D&D represents a world that can be changed, where challenges can be overcome by meeting them head-on. It's the very definition of utopian thinking.

Maybe this is convention-season talking, but it is easy to empathize with the characters of Stranger Things, frustrated by the demand that they choose a "lesser evil" between governmental men in black or a literal hell beast. This is what makes theirD&D impulse, for lack of a better word, so uplifting: It helps them manage their way out of that conundrum and into something better.

Dungeons & Dragons might be more prevalent now than it has been since it incited moral panic a few decades ago. From The Adventure Zone to HarmonQuest to Stranger Things itself, it's never been easier to watch and listen to people cooperating toward a goal with the good of their community in mind and heart. While it comes with a certain amount of fantasy silliness, the core there is fundamentally different than the deep competitive violence at the core of The Hunger Games arena.

At the end of the season, the group of young boys are shown playing Dungeons & Dragons again. This time, they're not squabbling, and they listen to one another in order to get closer to their goal of defeating their enemies. The game-as-metaphor resonates here just as much. D&D gave them the tools to understand their struggles, and now the real world is plugging back into D&D. It isn't an on-the-nose political moment, but I can only hope that the fundamental politics being shown here of its central game will resonate with viewers of the series.

There comes a time in nearly every young person's life when it becomes necessary to shake off the shackles of your hometown and carve out a new life for yourself someplace faraway and unfamiliar. Or maybe you're the one stuck in your hometown while everyone you know has moved onto bigger and better things. Either way, it's a hallmark of young adulthood to suddenly find yourself in a situation where you don't know anyone, and you don't have any money.

Before you resign yourself to a life of isolation—or worse, mistake your parents or coworkers as substitutes for real friends—take a deep breath. It may seem like a herculean task, but making friends only gets harder as you grow older, when things like spouses, children, and your fast-approaching mortality get in the way of your quest to meet new people. So now, while you're young, is actually the best time to expand your social circle.

First, there's the internet. It's not exactly rocket science that you can meet people online. Plenty of people have used dating apps as a means of finding friends in new cities, and there are actually some apps designed for non-sexual matches, like Wiith, the "Tinder for friends." Sure, you're mostly going to find other people who are lonely and desperate, but beggars can't be choosers.

If you want to weed out the weirdos trawling for sex, meetup.com is a surprisingly decent resource for connecting with local people who share similar interests. With the mission of "using the internet to get people off the internet," the site has been successfully connecting people around the globe since 2002. Whether you want to bond with fellow Dallas Cowboys or Cowboy Bebop fans, there are groups in nearly every major city that can put you in the proximity of likeminded individuals. Meetup also organizes group events, which can take some of the pressure off meeting new people. The events scheduled by Meetup organizers are usually free or very low-cost, so your broke ass won't have to worry about joining a new group only to be hit up for dues.

Kristen Hodgson, Meetup's communication director, told VICE there are already 15,000 site-orchestrated meetups happening every day, spanning from hiking groups to cannabis entrepreneurs. She also pointed out that "when you start with that shared interest, and you bond while doing whatever you love to do, that's a great catalyst for friendship."

On the other end of the online friend-sourcing spectrum is RentAFriend.com, a website that basically works like a friend escort service. It's reasonable to worry the site is a front for actual escorts, and the janky, domain-squatter appearance of the homepage doesn't do much to assuage those fears. But RentAFriend explicitly states that they are "strictly a platonic Friendship website... not a dating website, and not an escort agency."

I've personally offered my friendship services through RentAFriend.com, which resulted in an awkward but ultimately harmless older gentleman paying me $90 to have some drinks and shoot the shit for a couple hours. I wouldn't exactly call that dude my new best friend, but he made for decent company and I earned $90. Even if you don't wind up making a friend, you'll walk away a little less broke.

But let's say you want to get off the internet and meet some friends the old-fashioned way. One of the best ways to do this without spending a ton of money is to volunteer. There are approximately 200 charitable causes for every human on Earth, so finding one that suits you should be a breeze.

Whether you're passionate about a socio-political movement and ready to help organize marches or you just want to just play with puppies at the local animal shelter, there's a place for you to volunteer your time and energy. You might walk away smelling like cat piss, sure, but a few shifts should provide you with ample opportunity to meet other people, and getting to know each other by cleaning animal cages is a hell of a lot cheaper than getting to know each other over drinks every weekend.

For those who lack the moral fortitude to volunteer, there's always improv. There's no better way to make friends than getting thrown into a circle of strangers and acting out what Bernie Sanders would be like in caveman times. Improv is great for the broke and friendless, because the craft is predicated on anyone being able to do it anywhere, and you'll quickly break down those walls of awkwardness that come with meeting strangers. And while improv schools like Upright Citizens Brigade, Second City, and Groundlings are all expensive as fuck, there are scores of free improv workshops and classes in most large cities.

Paul Storiale, who's been running a weekly free improv class in Los Angeles for the past two years, said making friends was one of the main reasons he started the group.

"I've seen a lot of friendships form over the years in these classes. A couple that met in my class is now expecting a child, even," Storiale told me. "If you're coming into a town and don't know anyone, it's a great way to expand your social circle."

If all else fails and you find yourself broke and alone, you can find other lonely people on Pokémon GO. The internet is rife with stories of would-be Pokémon trainers spotting each other wandering aimlessly around public parks, 7-Elevens, and graveyards, only to buddy up in the shared task of hunting down the wily Dratini hiding somewhere in the vicinity.

A little dorky, sure, but as one Redditor put it: "I've made friends online before, but never something as tangible as this. This is nuts. It's dawning on me how this is a long time coming for us who grew up with these games and always wanted to be like Ash or Red. It's really a dream come true. Can't wait to meet way more people through this game."

Follow Justin Caffier on Twitter.

My nightmare. Illustration by Adam Waito

This article originally appeared on VICE UK

Last weekend was my first (and last) attempt at festival camping.

I've been to music festivals before, but they were either day-long events or I wussed out and chose to stay at nearby accommodations instead of slumming it on the campgrounds with general pop.

Still, even though I hate camping, I kind of felt like I was missing out on a rite of passage. Most of my friends have camped at festivals and they all had great war stories about late night E-fueled dance parties and disgusting tent sex. This being the last year of my 20s, I figured it was now or never.

So I headed to WayHome, a three-day festival a couple hours north of Toronto, with a few dudes from work. I was pumped on the lineup—in particular LCD Soundsystem, who were headlining the first night. But even before we arrived, there were red flags. The temperature was slated to be in the high-80s—literally the hottest weekend of the summer—and in that heat, my colleague, who is the approximate size of a baby giraffe, and I would be sharing a tiny "three man" tent.

As soon as we got to the grounds, I remembered that almost everyone who works at music festivals is a teenager who is just there for the free admission—a.k.a. completely useless when it comes to being helpful. We set up the tent and asked one guy to point us in the direction of the stages. He responded by giving us a blank stare. "Where's the music?" we clarified, to which he shook his head and said, "I have no idea. Not gonna lie." I laughed passive aggressively and felt myself brace for a weekend of being annoyed.

Eventually, we got to the right place and seeing as it was hot as balls, I beelined for the drink stand, passing by girls attempting to Snapchat themselves doing cartwheels and one bro who came up right behind me and screaming "HIGH FIVE!? HIGH FIVE!?" while en route. I hate everyone here, I thought to myself, followed by, Maybe I'm just a bitch? Both of those statements are in fact true, but I digress.

Once I got to the drink station, I asked for a Perrier water, but when I reached to hand the clerk cash, she shook her head. "We're cash free," she said. "You need to download the app and load money onto your wristband." Awesome. I'm in the middle of a massive field in Oro-Medonte, Ontario, with shit cell service, and my only hope of not passing out from heat exhaustion is downloading a fucking app. Forty minutes later, the app had been downloaded but still wasn't processing my payment. That's when I ran into my friend and he told me I could just go see a "top up station"—there was one a few feet away from me— and use my credit card to put money on my wristband, something I wish the drink lady would have mentioned. All told it took me more than an hour to get a 250-ml can of Perrier that carried an $8 price tag.

This cost me $8 and an hour of my life.

Unfortunately for me, I have a tiny bladder and a phobia of port-a-potties. My dad was OCD about cleanliness growing up. He made us wash our butts every time we went number two and take two showers a day. My mom had to ban him from giving our dog a bath because he would aggressively soap her entire face, giving her this weird recurring eye irritation. Anyway, it wasn't long before I had to go pee, so I headed over to one of the blue boxes of hell. Positioned directly in the sunlight, it was hot and smelly inside, like being in a microwave after someone had warmed up a bowl of shit. I did my business and got out of there as quickly as I could. (I packed a Shenis—a dick-shaped funnel chicks can use to pee—but it was about a foot longer than I expected it to be, resulting in difficulties aiming. I ditched it after I almost pissed on my leg.)

The first show my friend and I ended up watching was Metric. During the last song, there was a nice moment when the entire crowd was singing the chorus to "Breathing Underwater." I couldn't really enjoy it because the bro next to me, clearly rolling out of his mind at 7 PM, kept screaming, "SING ONE MORE!" and accidentally hitting me in the tit.

It was time to get drunk. I hustled back to the car to chug down some of the $50 worth of alcohol I'd purchased. I was in a rush because I wanted to get a good spot to see LCD, so I quickly unscrewed the cap off my two-six of vodka and poured some down my throat. Bad call. It had been baking for hours at that point and was roughly the temperature of freshly brewed cup of coffee, the nastiest coffee you could imagine. Instantly, I puked it back up. Still, I packed a little in a water bottle to take back to the show. Desperate times, you know.

LCD was awesome, so I won't bore you with the details of that. It was the shining moment of the weekend. Because I was wasted, falling asleep that night was pretty easy. But that's where my luck ran out.

Read more: We Asked Friends At LCD Soundsystem's Reunion Show When They Started Losing Their Edge

I awoke to unbearable heat at 9 AM to discover that I'd gotten my period. Surprise. Being a dumbass, I hadn't packed any tampons, so I had to use the really old one that had been sitting in my backpack, unwrapped and stained with pen ink. I spent an hour charging my phone at the media tent so that I could coordinate meeting up with friends. As it turned out, I wouldn't need to do that anyway because I was too hot to care about anything. It seemed no matter how much water I consumed, I couldn't stay hydrated. I had told myself that unlike every other festival I'd attended, I would actually take advantage of the stacked lineup this time. Instead, I found myself being shaken awake by a security guard who found me passed out on a viewing platform during Third Eye Blind's set.

Heat stroke selfie.

By the time Arcade Fire came on, I was a bit better, in that I was conscious, but still barely able to stand. The second it was over, I rushed back to my tent to crash. In sharp contrast to the blistering daytime heat, it had suddenly become very cold, which coincided nicely with the fever and flu I felt settling in. No matter what I did, I couldn't get warm, and it didn't help that I was using a lumpy towel as my pillow and stuffed toilet paper as a de facto tampon at this point. My coworker and tent mate, whom I had barely seen all day due to how little I gave a fuck about anything that was going on around me, lumbered into the tent and almost immediately passed out. I remember staring at him angrily—he was blissfully unaware of how I uncomfortable I was—sick, cold, dehydrated, and bleeding through my pants.

This is the most uncomfortable night of my life, I thought, then scolded myself for being dramatic. I quickly mentally scanned through all of my memories backpacking through Southeast Asia, taking 24-hour bus rides seated in the aisle. No yeah, this is worse, I concluded.

The next morning I made the long trek to use the "fancy" flush washroom in the media area to freshen up. Haggard af, my coworkers and I rode back in silence—when the baby giraffe tried to start a singalong to "All My Friends" by LCD, I quickly turned around and snapped "Shut up!"

At home, I threw out my favorite pair of white sweat pants. And with it, any foolish notion that I would ever be able to stomach another music festival.

Follow Manisha Krishnan on Twitter.

Photo courtesy by Fred Norris/HBO

This post contains spoilers for the first three episodes of Vice Principals.

Vice Principals is an HBO show about high school vice principals in a semi-generic town somewhere in the Carolinas. Until he was in his early 30s, my father was a high school vice principal in a semi-generic town in the Carolinas. I had the idea of watching the show with him, to see if it is to working in high schools what Silicon Valley is to navigating the byzantine and often illogical world of tech companies and VCs.

After watching the first episode of the show, my dad, the former real-life vice principal said, "I've seen cartoons more accurate than this show." He said this because of its main character Neil Gamby, portrayed by Danny McBride. Gamby swears in front of kids, openly lusts after teachers, forces his driver's ed students to chauffeur him around on errand runs, and generally behaves like a gigantic baby with a mustache and a clip-on tie. Halfway through the second episode, my dad paused the show and said, "They would never let that man around children."

So, yeah. Vice Principals is not necessarily a show about working at a high school. Instead, it's something altogether more crass and potentially fascinating—a character study of the type of pathetic, power-hungry white man whose meager stature comes from his whiteness and maleness, who's slowly losing what little status he has. In other words, Neil Gamby might be a cartoon character, but that cartoon character is an assemblage of very real attitudes finding a voice in the current election.

Even if they never made another movie or TV show again, Danny McBride and Jody Hill—who created Vice Principals—will live forever in the hearts and minds of millions for having made Eastbound and Down, a gleefully profane, absurd, and weirdly poetic show about Kenny Powers, a washed up, John Rocker–esque pitcher who moves back to his suburban North Carolina home in disgrace and becomes a substitute teacher.

It's easy to draw parallels between that show and Vice Principals—between their basic story arcs, their main characters' delusions and foul mouths, and the relish with which McBride drapes both Kenny and Neil's tubby frames in the least flattering clothes possible. In other words, it's tempting to say that Vice Principals is just Eastbound and Down 2.0.

Photo by Fred Norris/HBO

There are certain commonalities that bind the shows together beyond the personnel involved. Each often invoke the abject tackiness of the modern Southeast through subtle in-jokes—in Eastbound and Down , one particularly dickish character is always wearing clothes reminding the viewer he went to Wake Forest, while in Vice Principals, the slogan of the regional fried chicken chain Bojangles—"It's Bo time!"—is used as a punchline. Both shows feature liberal use of slow-motion shots of unimpressive people doing unimpressive things soundtracked by edgy music, a gag that at this point has become something of a visual signature for Hill.

But there's a significant difference between the two shows, and that is this: Kenny Powers was a man of action. He lived life to the fullest, whether that meant taking steroids to get his arm back or becoming a semi-professional cockfight organizer. Even if he was a total psychopathic dickhead, you couldn't help but root for Kenny Powers, if only because of how sad it was to watch the guy act insane to make up for the fact that he wasn't a famous baseball player anymore.

You're supposed to laugh at Neil Gamby for being a white man who's too clueless to realize he can't blame others for his own inadequacies.

Neil Gamby is not Kenny Powers. He looks and talks like him, yes, but in reality he's like Kenny Powers' s older, pathetic cousin. He's divorced and going broke over paying the stabling fees on his daughter's horse. He has no friends, and the only person who seems to actively seek out his company is Ray, his ex-wife's new husband who rides dirt bikes and is sort of like what you'd get if you crossed a Florida Georgia Line song with a No Fear T-shirt. (Unfortunately, Neil's too insecure to ever actually want to hang out with Ray, so their interactions tend to consist of Ray saying something nice to Neil, then Neil telling him to fuck off.) He suffers from what appear to be PTSD-related flashbacks—in one scene, he hallucinates hearing gunshots and is set into a fury. The only thing he has going for him in his life is his position as vice principal of the nondescript North Jackson High School, where he takes his feelings of inadequacy out on teens as the school's head of discipline. No one likes him there, either—the teachers all think he's a ridiculous blow-hard, and the students are too young to know better than to fear him.

Throughout the first three episodes of Vice Principals , Gamby flails about with the impotent rage of a saber-toothed tiger trapped in a tar pit as his insignificant, brittle power and privilege slip through his sausage-like fingers. In the first episode, the North Jackson principal job that Gamby felt entitled to instead goes to Dr. Belinda Brown, an outsider with a bulletproof track record and a degree from Berkeley. In addition to being vastly more qualified for the job than Gamby is, she is also a black woman. By the end of the episode, Gamby's teamed up with his former rival, fellow vice principal Lee Russell, in an attempt to take Brown down. By the end of the second episode, the pair cruises on over to her house in a student driver car and end up burning the place down.

It should be fairly obvious that you are not supposed to root for Neil Gamby to succeed in defeating Brown, or even feel bad every time one of his pathetic schemes backfires right into his face. Instead, you're supposed to laugh at him for being a white man who's too clueless to realize he can't blame others for his own inadequacies. In this way, Danny McBride and Jody Hill's timing with Vice Principals couldn't have been any better: You can find Gamby's resentment of otherness, intense fear of change, single-minded devotion to law and order, and pointless brow-beating in Donald Trump and the type of white guys who will vote for him come November. And just like in real life, you're not supposed to root for that type of person. You hope he fails, and you hope he fails hard.

The Trump-Gamby parallels are particularly stark in the third episode, when he strong-arms joining several teachers as an additional chaperone on an overnight field trip to "Historic Charles Town," a made-up version of the extremely real, extremely goofy Southern high school field-trip institutions Colonial Williamsburg and Old Salem. On the bus ride over, Gamby engages in a power struggle with a hip, bike-riding history teacher over who gets to give a speech setting ground rules for the kids on the trip. Their argument, which involves Gamby's profanity-laced tough talk losing out to the history teacher's appeal for consideration and oneness, feels like the perfect allegory for the "political correctness" debate that America is currently embroiled in.

Things go smoothly enough in Charles Town—there is an unforgettable shot of McBride shooting two muskets into the camera while wearing khaki shorts, à la The Great Train Robbery—but it all goes to shit once everybody gets to the hotel, when Gamby catches the kids engaged in the time-honored field-trip tradition of surreptitiously drinking stolen booze and making out. Gamby screams, "What wine pairs with ten days ISS? A zinfandel? A fucking shiraz???" at the kids before realizing that two of the students are missing. Turns out the teachers were having a party of their own and hadn't been minding the kids, leading to the whole hullabaloo in the first place. As the teachers helplessly look to the racist, misogynist, mean-spirited bully to lead them out of the mess they've found themselves in, you can almost imagine Neil Gamby repeating Trump's mantra, "I alone can fix it."

Follow Drew Millard on Twitter.

Warning: Spoilers from season one ahead.

We live in the golden age of hicksploitation. Poor Southern whites are one of the last demographics that remain perfectly acceptable as caricature. Although it's long been second nature for Hollywood to imagine everything south of the Mason-Dixon as a netherworld of clapboard houses, laconic small-town sheriffs, and greasy spoons, a subgenre of post-antebellum pulp has cropped up all over television and movies in the past decade. Perhaps it's partially to compensate for a century of broad stereotypes, egregious and ongoing whitewashing, and tokenism, but this current variety of hicksploitation seems to say, "How do you like it, whitey," which is not to say that it's a totally new phenomenon. Night of the Hunter (1955) is arguably the origin of the species, with its Flannery O'Connor–esque showdown between a mad preacher and a gun-toting granny, followed in the 1970s by the banjos-of-doom-and-squeal-like-a-pig aesthetic of Deliverance.

But the mass appeal of red-state sensationalism feels like a contemporary outgrowth, in that half the country really does believe that the other half is crazy, and while that craziness might not be good for the republic, it does make for great B-movie entertainment. Remarkably supple—and frequently featuring its herald, Matthew McConaughey—recent hicksploitation includes the gothic, Eggleston-like bayou photography of True Detective, the "kiss my grits" supernaturalism of True Blood, The Paperboy's high camp, Django's black-comic lampoon of historical atrocity, the river rat nobility of Mud, the trailer-park mollusks of Squidbillies—and now the best of the bunch, AMC's Preacher, which aired its season finale Sunday, and in which Dixie mythology reaches lurid new heights of absurdity.

Photo courtesy of AMC

Developed by writer/producing team Seth Rogen and Evan Goldberg with Breaking Bad veteran Sam Caitlin, Preacher can boast the grand-slam combination of blistering Texas wasteland, over-the-top violence, outlaw country swagger, and a joyously absurd plot that, in one scene, pits two angels in cowboy hats against a chainsaw-wielding vampire. In the first season, we see a mob of Civil War reenactors, a fistfight between the mascot of local sports team the Red Savages and his more culturally sensitive replacement Pedro the Prairie Dog, a hell-bound cowboy, a dude who gets his dick shot off then cradles it like a class pet, and an exploding Tom Cruise. What's not to like?

That said, the tone is initially hard to pin down. Preacher's first season is set in the fictional Annville, where Reverend Jesse Custer (Dominic Cooper) becomes possessed by a mysterious deity called Genesis, whose superpower-of-suggestion he tries to harness to better to tend his flock, which includes an inspired ensemble of grotesques like a plucky teenager whose face resembles an anus thanks to a botched suicide attempt and Jackie Earle Haley as slaughterhouse mogul Odin Quinncannon, who has spurned the church for worship of the "god of meat." (There is also a laconic small-town sheriff.) Are we supposed to sympathize with these miscreants? Or are they there for us to laugh at? And the hard-drinking, ex-criminal Jesse Custer himself, with his incongruously tousled hipster hairdo, are we meant to see him as a conflicted man of God or a hypocrite?

In the first season, we see a mob of Civil War reenactors, a fistfight between the mascot of local sports team the Red Savages and his more culturally sensitive replacement Pedro the Prairie Dog, a hell-bound cowboy, a dude who gets his dick shot off then cradles it like a pet, and an exploding Tom Cruise. What's not to like?

The storyline is similarly all over the road. Subplots stutter and stall; episodes are frequently unfocused; the unrelenting extremity eradicates any trace of plausibility; and Custer's parishioners frequently act out of character, as when a hitherto meek organist casually feeds her nudnik boyfriend to a vampire. Weirdly, this looseness turns out to be Preacher's strength: There's more mayhem here than anything else on television, and the more it assures us that it doesn't give a shit about crutches like continuity, pacing, or exposition, the more impressive its confident strangeness comes to seem.

A big reason that we let Preacher get away with so much—and make no mistake, this is a world where the local brothel allows its clients to chase hookers through the woods with paintball guns and Quinncannon cradles a baby made out of ground chuck in the finale—are Custer's winning companions, the badass fugitive Tulip (Ruth Negga), with whom the Reverend Jesse used to rob banks, and smarmy Irish vampire Cassidy (Joe Gilgun). The pilot introduces Tulip fighting off an assailant in a car as it sails through a cornfield, after which she improvises a bazooka out of coffee cans and corn whiskey. We first meet Cassidy on an airplane, relaying an anecdote that begins, "You've had to have the kind of night that lands you in the hospital tryin' to figure out what the Spanish word is for 'ass hamster,' for goodness' sake." Negga and Gilgun's performances carry the show, which gets by on their mutual love/hate chemistry with Jesse, while it takes the season to find its voice.

Photo courtesy of AMC

Preacher is, of course, based on a seminal 1990s comic series with a wide following, and the show sometimes feels like the first adaptation of a comic book to be aimed not at newcomers, but directly at the existing fan base. Its deviations in terms of content and writing are intriguing in terms of adaptation, as it manages to capture the wicked spirit of the books while making departures that expand on the canon.

The comic, more than the show at this point, was a deconstruction of Southern masculinity, as conceived by the Northern Ireland-born writer Garth Ennis; the television show hits a little closer to home, making Jesse less of a John Wayne epitome and more of a John Wayne nerd. One thing that remains true is that neither the comic nor the show are shy about controversy: Preacher's season finale featured Jesse resolving a bet with Quinncannon about the existence of God by dialing him up on Skype and coming to doubt his divinity after he catches him picking his nose. Future seasons will probably incorporate the comic's Gestapo-like missionary Herr Starr (absent here save for a cameo in the third episode) and an inbred halfwit descended from Jesus Christ, among other heresies. For now though, Preacher is a joyous, mean, frustrating, outlandish show, whose bad taste and irreverence, in the best exploitation tradition, use the vernacular of trash to get to the deep heart of the country.

Recent work by J. W. McCormack appears in Conjunctions, BOMB, and the New Republic. Read his other writing on VICE here.

Hey kids! Tired of those boring after-school Christian clubs? Why not try something a little different?

After previous attempts to install a Baphomet statue next to a statue of the Ten Commandments and setting up Satanic Christmas displays, The After School Satan Club is a new attempt by the Satanic Temple (based in Salem, Mass, natch) to use cracks in the wall between Church and State to point out what they view as hypocrisy on the part of government officials. The After School Satan Club is an attempt to counterprogram against Christian clubs in elementary schools, such as the Good News Club.

Of course, no actual goats will be sacrificed on school grounds, as "[t]he Satanic Temple doesn't espouse a belief in the existence of a supernatural being that other religions identify solemnly as Satan, or Lucifer, or Beelzebub. The Temple rejects all forms of supernaturalism and is committed to the view that scientific rationality provides the best measure of reality."

As the sun begins its downward descent on summer, we pause to take a deep breath of humid air with Pablo Grossi, Argentinian grandmaster-level vinyl digger and selector. 50 miles out from Buenos Aires, Pablo has discovered and traded in thousands of records around the region so that "people from here can know them and have them". Comprised mostly of his vinyl recordings, this exemplary showcase of Exotica is warm to the touch. Best served with ice and lime garnish.

The Anarchist Sailor "Imagine if there were an alternate dystopian reality where law enforcement was 100 percent effective, such that any potential offenders knew they would be immediately identified, apprehended, and jailed," he wrote. "How could people have decided that marijuana should be legal, if nobody had ever used it? How could states decide that same-sex marriage should be permitted?"

Explore.org's live webcams have become wildly popular over the last few years, allowing viewers to watch, from the comfort of their home or office, livestreams of grizzlies, walruses, belugas, puffins, eagles and more in their natural habitat. Truly the best of the web. But there is a danger in becoming too attached. Today at a little after 7 pm Eastern time, fans of the osprey cam in Bremen, Me., watched nature in its most brutally real. [Warning: nature.]

Needless to say, the commenters on the osprey site are devastated.

En As Neves, situado a 60 kilómetros de Pontevedra capital, desde hace 300 años los creyentes agradecen haber sobrevivido a una enfermedad metiéndose en ataúdes.

"First they ignore you, then they laugh at you, then they fight you, then you win" is often attributed to Mahatma Gandhi. The quote has gotten more attention this year thanks to Sarah Palin, Bernie Sanders, Donald Trump and Hillary Clinton each posting the quote, citing Gandhi, in the past year. But there's no record of Gandhi, or anyone else, saying that phrase, but there are some close matches.

"Since 2002, Sharon Jones and her band, the Dap-Kings, have been the world's standard-bearing funk-bringers," according to Maxwell George, writing about Jones for the Oxford American. "On Sharon's stage, delivery and dance moves are queen, and in her audience one can rediscover the lost arts of performance: command, direction, showmanship, sincerity." Horns, funk, soul, strength—Jones and her band bring it just for you.

George, on the genesis of Jones's calling:

Down south, Sharon discovered music—at church, on the radio, and in the audience with her father at a James Brown concert one summer. "He jumped on the stage," Jones recalled, and the J.B.'s dropped into something and James Brown started moving his feet. "I was eye-level with the stage. And I was like, 'Dad! Look, Dad, he's floating.'"

So she sang. At church. As part of wedding bands. And kept singing, even though she was "told by music-industry executives that she was 'too black, too fat, too short and too old' to become a star. She worked as a corrections officer at Rikers Island prison for a while, and still kept singing. A chance meeting with the co-founder of Daptone Records in the mid-1990s proved to be her big break, and led to a series of albums with the Dap-Kings, who also backed Amy Winehouse. Here's how they introduced themselves on their first album: Mr. BINKY GRIPTITE: Good evening, ladies and gentlemen, and welcome to the Daptones super-soul review. (Follow it up with "Pick It Up, Lay It in the Cut," from the same album.)

More, you say? Sharon Jones & The Dap Kings - Full Performance (Live on KEXP). "100 Days, 100 Nights." "Stranger To My Happiness."

That last video is Jones triumphant—after a diagnosis of pancreatic cancer and a course of chemotherapy. She beat the cancer. For a time. She's undergoing more treatment, and spoke with the Guardian about continuing to perform in the meantime. (She also talked about it on "Fresh Air": link to audio; transcript.)

Her experience balancing the two is captured by a new documentary, Miss Sharon Jones! Again from the Guardian:

For the film's soundtrack, you and the band recorded a new song entitled I'm Still Here. It's not only your most autobiographical song but the title also seems to be a forceful statement of purpose.

[Jones:] When I was 57 and I was diagnosed with cancer, I didn't think I would see my 58th birthday. So that's why I say, "I'm still here." I'm 60 now, so 60 years came along and I'm still here!

No retreat. She's still here, and she's still bringing it.

Sharon Jones and the Dap-Kings, previously.

Cookie Jar, a short story by Stephen King

By Pauli Poisuo  Published: July 30th, 2016 

En cualquier parte del mundo, el horror y la perversión se han encontrado con oportunidades de protagonismo. Desde América hasta Europa y otros confines de la Tierra, la oscuridad de nuestra historia ha plagado de terribles eventos a la humanidad. Quizá hayan sido olvidados por algunos o perdidos en los archivos del recuerdo por otros, pero lejos de ser borrados, siempre encuentran la forma de volver a la mente de los hombres y ser repasados ya sea para su exterminio o su continuidad. Casos famosos conocemos ya demasiados, pero probablemente uno que no tengamos tanto en la memoria es el de esas mujeres que murieron en la mala administración de la Iglesia Católica en el siglo XIX y buena parte del XX.

“Todas las internas eran obligadas a trabajar en esa red de lavanderías sin canonjías de absolutamente nada y con el peligro de ser abusadas sexualmente a cada momento”.

Hablamos de esas jóvenes y adultas irlandesas que conocieron los rostros más desagradables del destino en una cadena de lavanderías que se encontraban en la calle de Sean McDermoth; la crueldad que ellas vivieron pocas veces se repitió con el avance de los años, pero sus fotografías y testimonios mantienen vivo el recuerdo tortuoso. En esa empresa auspiciada por el catolicismo se obligaron a trabajar a más de 10 mil mujeres con el pretexto de ayudarlas en sus problemas pecaminosos y vulgares.

¿Cuáles eran dichas faltas humanas? Embarazos no planeados, rebeldías idiosincráticas, pretensiones de trabajar en un empleo masculino, ninfomanía, etcétera. De hecho, el lugar comenzó como un asilo y centros de atención para mujeres caídas en la prostitución y después se convirtió en esta suerte de reformatorio que aceptaba a cualquier muchacha “caída” sin importar condición o religión, siempre y cuando los padres de ésta la internaran pagando sus ingresos o las autoridades del Estado lo consideraran pertinente. Por muchos años y sin ninguna sospecha, este sitio mantuvo en condiciones degradantes a mujeres semiesclavizadas en un negocio para la Iglesia.

“El primer asilo que existió de las Magdalenas –como se conocería mejor a esta institución– abrió sus puertas en Dublín durante 1765”.

Una vez dentro del reformatorio, el cual era dirigido por monjas encomendadas a la figura de María Magdalena, todas las internas eran obligadas a trabajar en esa red de lavanderías sin canonjías de absolutamente nada y con el peligro de ser abusadas sexualmente a cada momento. De acuerdo con el testimonio de algunas sobrevivientes, solían sufrir esta clase de atropellos por parte de las mismas hermanas, padres, mensajeros u otros trabajadores.

El primer asilo que existió de las Magdalenas –como se conocería mejor a esta institución– abrió sus puertas en Dublín durante 1765, pensado como un recinto donde las mujeres pecadoras pudieran pasar un tiempo para meditar y reformarse; no obstante, las cosas se deformaron con prontitud y se manejó a las instalaciones como focos de detención para todas esas personas del sexo femenino que hubieran cometido algún delito moral o cívico, los cuales solían ser menores, como viajar en tren sin boleto o mendigar por las calles.

“Si enfermaban no eran tratadas, si eran golpeadas nadie las defendía, si eran deseadas podían ser tocadas por cualquiera (incluso por las mismas hermanas)”.

Con esa transformación se decidió que era necesario un medio de manutención para el inmueble, sus presas y las religiosas que le administraban. De esa manera, se creó un sistema de lavanderías al que las chicas y grandes eran obligadas a trabajar sin recibir un salario, aunque los servicios eran, por supuesto, cobrados. Los contratos más famosos y que solían representar un verdadero ingreso para las Magdalenas eran con el ejército, las oficinas de gobierno, grandes hoteles y la compañía cervecera Guiness.

En ese contexto de sometimiento y terror, donde si enfermaban no eran tratadas, si eran golpeadas nadie las defendía, si eran deseadas podían ser tocadas por cualquiera (incluso por las mismas hermanas), donde eran sobajadas y utilizadas para la diversión de las monjas mediante actos ridículos o competencias denigrantes, miles de mujeres nunca volvieron a conocer la libertad.

“Alrededor de 30 mil fueron detenidas entre sus filas y muchas de ellas fueron llevadas a la locura por el maltrato que recibían o nunca se pudieron contactar con nadie del exterior, muriendo allí mismo”.

Estos refugios, que más bien eran prisiones disfrazadas de buena intención católica, guardaban a sus reclusas en los peores camastros jamás imaginados, no les permitían hablar o emitir ningún sonido a lo largo del día, eran ignoradas y comúnmente azotadas si cometían una “falta”. En un país tan conservador como lo fue Irlanda, nadie sospechaba absolutamente nada de este infernal lugar e incluso lo consideraban como una bendición, pues abría las puertas del arrepentimiento a esas mujeres que se volcaban por la vida fácil o del placer.

Como se dijo antes, estas monjas recibían su nombre en honor a aquella prostituta bíblica que se arrepintió de sus pecados frente a Jesús, pero en realidad pertenecían a distintas ordenes; con mayor razón cuando Irlanda entera se plagó de estas lavanderías. Y fue justamente gracias a una de estas congregaciones que el tormento llegó a su fin en 1993. Cuando ese grupo decidió vender parte de su convento a una inmobiliaria, se encontraron las tumbas de 155 internas que habían sido enterradas allí sin ningún aviso aparente.

Dicho hallazgo se convirtió en un escándalo y el Asilo de las Magdalenas fue puesto bajo investigación; con el desmantelamiento de sus administraciones y entrevistas a mujeres que laboraban en las lavanderías, se pudo calcular que alrededor de 30 mil fueron detenidas entre sus filas y muchas de ellas fueron llevadas a la locura por el maltrato que recibían o nunca se pudieron contactar con nadie del exterior, muriendo allí mismo.

La última lavandería de las Magdalenas funcionó hasta 1996 e Irlanda lo recuerda hoy como uno de sus más grandes desatinos políticos en compañía de la Iglesia Católica. Para leer otras historias sobre nuestra vergüenza como especie, dirígete a La crueldad inhumana de la Primera y Segunda Guerra Mundial  y Los hombres a los que les pagan por tener relaciones sexuales con niñas en África.

The post Las monjas que mataron a jóvenes mujeres con la promesa de lavar sus pecados appeared first on Cultura Colectiva.

Cuando vienen chicos de Deliveroo a recoger pedidos a la tienda está bien porque son tonificados y sudorosos hombres que llegan muy veloces y es como tener compañeros nuevos eh qué tal el curro mal no la gente qué ya se podía ir a comer mierda aquí igual venga ánimo y buen viaje eh comrades for life pero está mal porque dos euros por viaje que se llevan trabajando como falsos autónomos para una empresa que no les da ni el vehículo ni días libres ni reconocimiento de accidentes y eso que van como locos saltándose todos los semáforos para hacer más pasta en menos tiempo y es que arriesgan sus vidas.

Muerte a esas empresas, Deliveroo, Airbnb, Uber, …, POR FAVOR SI QUIERES UNA EMPRESA DE REPARTO O DE ALOJAMIENTO CONTRATA REPARTIDORES CÓMPRATE TU PUTO HOTEL NO TE APROVECHES DE LA GENTE QUE POR CUATRO DUROS SE METE EN SITUACIONES DE RIESGO CARENTES DE TODO TIPO DE COBERTURA Y DERECHOS PORQUE ES CARÍSIMO ESTAR VIVO Y APARENTEMENTE SI NO PONES AL SERVICIO DE LA EXPLOTACIÓN CADA PARCELA DE TU CUERPO Y PROPIEDADES NO ESTÁS HACIENDO LO SUFICIENTE Y NO MERECES LA CALIDAD DE VIDA MÍNIMA.

CONSUMIDORES: NO OS ALEGRÉIS DE QUE AMAZON REPARTA EN HORAS o cualquier cosa similar. Está sostenido por un sistema totalmente contrario a una sociedad justa en la que cada trabajador tiene su dignidad. El tiempo y calidad de vida que gana cada comprador se restará del tejido social al que pertenece. Son relaciones de amos-esclavos. Por cada compra hay al menos una persona que sin ningún derecho laboral está siendo “empleado” informalmente por una empresa que se llevará todos los beneficios sin garantizarle ni un sueldo, ES UNA FORMALIZACIÓN Y LAVADO DE CARA DE UN SISTEMA INFORMAL DE PROPINAS.

Si necesitáis comida en vuestra casa, pedidla a restaurantes que tengan en plantilla sus propios repartidores. Si no tenéis dinero para un hotel, buscad albergues. Nunca nada justifica lo suficiente coger un taxi. Y NO OS FIÉIS DEL ANIMALISMO Y VEGANISMO, ¡es una trampa para distraer! “¡Mirad los animalitos qué monos, haced costosos esfuerzos y concentrad vuestra determinación en las vacas bebés, no intentéis contribuir en solucionar ningún otro problema porque vosotros ya os habéis aplicado en esto y ya otra gente se ocupará, que por que una persona individual decida que otros temas son secundarios no va a pasar nada!”

Pixelbite announced Space Marshals 2 a while back, but the game was announced to release in June. Spoiler alert: it's not really June any more. In fact, it's not really July any more. But the good news is that Space Marshals 2 is definitely still in the works, and it's set to release on August 25th. We only have the one screenshot posted by Pixelbite for the game, but hopefully footage will be forthcoming and soon.

Pixelbite is promising more of the fun tactical action that the original delivered, albeit with more stealth. 20 missions will be available at launch, with performance-based rewards, and the promise of multiple factions to either fight, or plot against each other. MFi controls and iCloud saves will be in tow too. This will be well worth keeping an eye out for in 4 weeks or so.